24.4.08

A la vida, a la muerte y a la bienamada: Vicente Pascual Rodrigo 24.04.2008

Emocionante. Pero ¿qué hemos hecho de la emoción? Vicente Pascual ha dado hoy un ejemplo de superación de sí mismo, de entereza, de fortaleza que sólo puede tener como causa una profunda emoción, algo que suele brillar cada vez más por su ausencia o emanciparse de su verdadero sentido para convertirse en un puro y superficial plañir. Vicente ha mostrado su contundente emoción sin aspavientos y ha sabido darle un toque de ironía a la gravedad, con lo que nos ha satisfecho a todos y nos ha transmitido valor, arrojo; todo ello fundado en la emoción. Una vez más: la emoción; discreta, de gran entidad intelectual.
Riqueza en todo ha mostrado el acto de presentación de sus cancioncillas y cancionejas. La lectura de los poemas en las voces de sus amigos pintores y poetas y las palabras sentidas y ciertísimas de Ángel Guinda incorporadas al trabajo excelentísimo de la edición preparada por Trinidad Ruiz Marcellán, que, además de lo que hace falta, pone también toda su emoción en lo que hace.
Gracias, Vicente, y gracias, Trinidad. Y un abrazo fuerte

6 comentarios:

Anónimo dijo...

En Júpiter tendríamos la altura de un papel de fumar. Así es la vida.

pepe montero dijo...

Tengo, las cancioncillas y cancionejas de Vicente Pascual.

Gracias por tan extensa exégesis a mí dedicada en tu crónica de La Campana.

Lo malo de ser tan buen cronista, es que cuando hay tanta gente cojonuda, te llega un maldito lapsus y te olvidas de alguien muy bueno que además te admira y te propaga (o buenísima, que tanto monta, monta tanto...)y dices, ¡mecagüenlaputa!.

Un abrazo.

Manuel Martínez Forega dijo...

Las gracias para ti, Pepe; no puede ser de otra manera cuando, escuchándote, me lo pasé de mecagüenlaputamadre y, además, me dejaron tus versos un posico de más allá, un qué sé yo de ontológico mensaje.
Y creo yo, Pepe, que los buenísimos y las buenísimas deberían montar tanto y, por tanto, montar (más). Sí, esos lapsus dan escalofríos.
Abrazos, querido.

Manuel Martínez Forega dijo...

El maquinista conoce la gravedad y me arroja su visión de la "Fiera" en La General.
Gracias por la mención y abrazos.

Anónimo dijo...

el maquinista mueve recónditos hilos de nylon para pescar foregas y demás especies interesantes en ríos llenos de vulgaridad.
A veces pican.
Bienaventurados los coleccionistas de maniquies porque nunca estarán solos.

Manuel Martínez Forega dijo...

Deberías, Maquinista de la J. enera L., conocer la casa de Laborda: allí, las hieráticas figuras y las miradas a ninguna parte y a todas sobrecogen. Y la media sonrisa que el cartopedrero endilga a las facies sustancian el terror convencional.
Habrá que cambiar de estilo y coleccionarse maquiníes y no maniquíes; será así la vida menos común y más variable.