8.4.08

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Tal vez os interese saber que está a punto de salir a la calle mi libro Ademenos. Espero que a principios de mayo pueda confirmar esta primera impresión, que será la segunda de la segunda. Os avanzo el único poema que constituye la primera parte (VENABLO. Proh pudor!) de ese libro. Librito de 33 poemas que me ha epilogado Xulio Valcárcel -a quien le estoy enteramente agradecido-, y que me ha gratificado sobradamente Miguel Ángel Ortiz Albero con su rítmica solapa (danke, Miguel Ángel). Trinidad Ruiz Marcellán también se ha portado magníficamente conmigo y en este blog (aunque ya le he enviado muchos) le estampo un beso.

POESÍA INCOOLTA

Os debo una explicación
que más tarde o más temprano
dirá de mí lo que yo
no quise decir y no
pude callar sin embargo.
Silenciar es imposible
—en este poema onagro,
a propósito verdugo
de los reos predadores
que en los breves de los libros
ceban las palabras como
seres muertos de otros vivos—
lo que en público ya digo.

Como murciélagos bullen,
en portadas urgentísimas,
las grafías de sus nombres;
y, dentro, como termitas,
sus legos versos, epígonos
omitiendo a los Felipes
que rugían en los montes,
resbalando en los Oteros
de palabras escarpados,
alimentando periódicos
de postmodernos censores.

Los elegantes monárquicos,
anecdóticos absortos,
escaladores exangües
tras la rauda montería;
ojeadores expertos
en la búsqueda de huellas
con la Cuenca de otros ojos,
en silbar a los sabuesos
con los labios de otras lenguas.

Inequívocos, unánimes,
filibusteros sin mares,
bucaneros sin Caimanes,
bates de Erato y Caliope,
liras agramaticales,
devoradores cual makos
de chatarras o bonitos.

Garbanzos en las rodillas,
sobre brazos en cruz libros
—digo escasamente libres—,
por castigo los tenemos
en las aulas, en cedés.

Dígame el dómine cabra
con qué latines nombrar
a tales patatas tibias

(que angulan los peronés).

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