M. Martínez Forega
ME ARROJÓ UN GUANTE
Y en el campo de la noche, yo solo
bebo en el filo puro la victoria.
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UN BOCATA MATINAL A ORILLAS DEL TAJO
Me llevo el ánimo aromado
de rumores y dejo mi cuerpo
abandonado a los helechos.
Una brisa va peinando
el vello de mis brazos.
En lo profundo del bosque
el agua me llama.
****
TAL Y COMO ESTÁN LAS COSAS...
Yo odio; odia tú, porque es legítimo
sanar las heridas sin gasas de miedo.
Tú, que, como yo, has alcanzado
el extremo de lo posible,
no mueras en brazos de la desdicha,
odia sin pausa y sin pretextos.
****
SIETE ARBUSTOS EN LA PARED VERTICAL DEL ABISMO
-Me aso con denodada fruición al salvamento que me proporciona mi corazón congelado en el frigorífico de la pasión ignorante.
de rumores y dejo mi cuerpo
abandonado a los helechos.
Una brisa va peinando
el vello de mis brazos.
En lo profundo del bosque
el agua me llama.
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TAL Y COMO ESTÁN LAS COSAS...
Yo odio; odia tú, porque es legítimo
sanar las heridas sin gasas de miedo.
Tú, que, como yo, has alcanzado
el extremo de lo posible,
no mueras en brazos de la desdicha,
odia sin pausa y sin pretextos.
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SIETE ARBUSTOS EN LA PARED VERTICAL DEL ABISMO
-Me aso con denodada fruición al salvamento que me proporciona mi corazón congelado en el frigorífico de la pasión ignorante.
-¡Qué pronto se me ha hecho tarde!
-Qué es el placer, sino una violación del miedo.
-Este sayal, extendido, envolverá a la noche. Tú eres la noche.
-Toda una carrera de conocimiento no le enseñó a vivir; pero aprenderá a morir en un curso intensísimo.
-Dame la libertad de tu cuerpo, pero átame a tus besos.
-No es tu verdad como un templo. Es el templo.
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