2.4.08

En un mítin de Carod Rovira en Barcelona

M. Martínez Forega

Cuando, en un mítin de reivindicación identitaria, en un momento dado, Josep Lluis Carod Rovira (?) escuchó desde la tribuna de oradores un grito espontáneo salido de entre el público en estos términos: ¡¡Hala, maño!!, el boicoteador dejó de serlo en ese mismo momento. El anónimo exclamador fijaba así una realidad incontestable (aunque enmascarada por la voz de un «personae») y trasladaba al orador el papel protagonista de la parodia, cuyo núcleo argumental se omitió en el programa de mano. La paradoja inherente reclama, cuando menos, unos minutos de reflexión para ser redefinida (y, en consecuencia, rediseñada por el tramoyista), y para ser contestada por quienes traducen como falaz la mimesis del arte sujeta a las reglas. Carod es un plagiador consentido, oculta sus fuentes o las destruye para no ser contrastadas y se ha erigido en representador. Sabemos, sin embargo, que el arte, hoy, no consiste en reproducir la realidad, sino en interpretarla; de lo contrario, el arte sería unívoco, dictado, enajenador. Un dios, una patria, un republicano (¿de qué signo?) es la trilogía obvia y vulgar representativa de la conciencia normativa del arte trasladada al paradigma social. Pese a todo, jamás la norma puede supeditar a la razón (Valle-Inclán dixit). Carod es normal, pero no tiene razón cuando, por ejemplo, exige que se le llame Josep Lluis y no José Luis y, sin embargo, consiente que en la rúbrica de la calle donde se aloja la Facultad de Bellas Artes en la Universidad de Barcelona se lea Pau (y no Pablo) Gargallo o signe los indicadores de dirección como Saragossa (y no Zaragoza) en las calles de Lérida.
El anacrónico «Manifest» que en ese mítin leyó Carod debe ser, en mi opinión, defendido por el pueblo catalán (gentilicio, por otra parte, de dificilísima asignación en Cataluña); defendido por aquel pueblo que ha sabido traducir críticamente el contenido del mensaje del orador-actor (teatro al fin, drama) y, más, la síntesis de la realidad catalana revelada en las palabras del exclamador; texto, en fin, que interpreta -no representa- la realidad.

Fuga salutem petere intenderunt

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