6.6.08

Noches de Juglares. El Silbo Vulnerado

¿Cuántas veces lo he dicho? Pues ahora que tengo un blog lo diré aquí una vez más: las Noches de Juglares que El Silbo Vulnerado lleva organizando desde hace ya trece primaveras en el parque Delicias es de lo mejor que puede verse en Zaragoza a lo largo de todo el año. Estupendos espectáculos de música, poesía y teatro de cámara de armoniosa mezcla en cada una de las sesiones. Un público entusiasta acude cada uno de los cuatro jueves de que consta el ciclo primaveral. Y, hoy, otra vez nos hemos emocionado, en esta ocasión con los textos irónicos, reivindicativos y beligerantes de Mario Benedetti en interpretación magistral de Santiago Meléndez y Pilar Molinero. Lo repetiré otra vez, y en cursivas: interpretación magistral. Porque el “Padre Nuestro” de Benedetti ha sido en la voz poderosa y en la fuerza dramática de Meléndez un regalo absolutamente inhabitual; un dije ebúrneo que poder prendernos a la memoria del corazón, una luz reveladora, una epifanía teatral para creer sin dudarlo que en esta ciudad hay ACTORES como la copa del pino que se cernía sobre el escenario del parque y que, además, no se han ido, que siguen aquí y nos conceden el privilegio de ser vistos y escuchados. A su vera, Pilar Molinero dignificó (uso el verbo con todo su peso específico) la ironía sin aspavientos, la que cala en la corteza cerebral como una fuente de agua tibia reconfortando el grado de acidez que envuelve a esta sociedad cada vez más torpe, más resignada, capituladora, yerta, cadavérica, sin voz y sin argumentos críticos; analfabeta, en fin, como toda ingenua felicidad adulta. La “Secretaria ideal” de Benedetti lo fue gracias, desde luego, a Pilar Molinero: ¡magnífica!
El Luis Felipe, impelido por las circunstancias (Ariel Prat retrasaba inopinadamente su salida al escenario), tuvo que improvisar y se largó sin quererlo un entremés que bien pudo confeccionar un autor mezcla de Lope de Rueda y de Ionesco (todavía estoy riéndome –y espero, Luis Felipe, que las moscas sigan calentitas en las lámparas enmascaradas del parque-). Porque apareció por fin Ariel Prat y su grupo dándonos la murga porteña, el tango negro y la milonga, con bombos (S. Rosanno), cajones (M. Bruhn), bandoneones (P. Nemirovsky) y guitarras (H. Filippini). Un pase muy rítmico que nos quitó el frío y nos trajo a Buenos Aires hasta el cierzo, en colectivo, y con leyendas de Palermo, de Corrientes y de Bocca. Le deseo lo mejor a Ariel, que ha editado nuevo disco y que va girando. Lo esperan en Argentina, a donde va muy pronto.

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