13.6.08

Noche de Juglares III

Otra buena noche en el parque Delicias de Zaragoza. Noche agradable, además, sobre la que se irguió la figura americana de Rolando Mix, excelente lector de textos, sin afectación ninguna. Rolando Mix hubo de exiliarse de su Chile, tierra sangrada a tiro limpio de dictaduras. Rolando, con su palabra desnuda frente al creciente cuarto lunar que lo coronaba, vació su tarro esencial con voz de melódica lectura, haciendo sonar el hermoso léxico de aquellas latitudes: la vicuña y la chusca, lo andino y lo desértico, y también recordó a los amigos asesinados, "una mancha de sangre cada uno de sus nombres". Y los recordó para no olvidar. La alta figura de Rolando nos envolvió entre sus brazos elegantes, nos atizó y nos acarició. ¡Bravo por Rolando!
Como se esperaba, Carlos Malicia dignificó la sátira con sus letras inteligentes y excelentemente construidas porque contienen no sólo la pura ironía del bosquejo textual, sino —y sobre todo— porque encierran toda la verdad esperpéntica, valleinclanesca, imprescindible en este estilo en exceso marginado. ¿Será porque actúa de revelador crítico y nadie, en principio, está a salvo de la parodia? Es cierto: en cada tipo reconocemos algo o a alguien, y eso asusta. Lo acompañaba Ernesto Cossío, con sus punteos ágiles, con sus ecos bluseros. Y, en fin, que me parece realmente difícil armonizar la música con esas letras tan narrativas; Carlos Malicia lo hace, sin embargo, estupendamente: fácil, ameno y elegante.
Luis Felipe leyó uno de los artículos con que Juan Bolea colabora asiduamente en El Periódico de Aragón, y lo leyó para denunciar lo que ese artículo explícitamente decía y lo que entre líneas se omitía. Juan Bolea lanza más de una puya contra determinados representantes de la cultura aragonesa sin citarlos; Juan Bolea quiere pasar la página de una hipotética anacronía intelectual aragonesa; Juan Bolea manifiesta su animadversión hacia aquellos que, según él, fingían estar en la vanguardia social reivindicativa, y, entre otras lindezas epitéticas, los llama casposos, y todos son de izquierdas. Juan, querido amigo: creo sinceramente que te has pasado. Como buena esposa adúltera, la que finge en realidad es la literatura; pero las personas, si fingen en asuntos tan delicados, en seguida se les nota la cojera y, entre la izquierda aragonesa, apenas he visto yo patapalos, pese a que abunden en la literatura aragonesa los piratas.
(En la fotografía: el escritor Juan Bolea).

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