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He visto crecer a Violeta en estos años; a Eloy y sus escaramuzas ácratas (por cierto, que ha salido con la tarta de las veinte velas en la mano, tocado con un casco de bobsleigh, y he advertido al personal: ¡vámonos, que hoy arde esta plaza por los cuatro costados!), y he visto a Julia a la altura de su Tebas libresca durante estos años.
Es ahora, en esta fiesta que acabo de abandonar en el café Odeón, donde el aprecio y la amistad mutuos han dado un golpe de mano al escepticismo y a la insalubre rigidez de los pusilánimes. La hipérbole es correcta: estábamos todos. Y Pepito, y Julia, anfitriones con una multitud de agradecidos Heracles dentro y fuera del café, nos han deleitado. Pepito incluso se había afeitado, y Julia lucía una encantadora melenilla a lo Amelie.
No voy a citar cuántas presentaciones, cuántos autores, cuántos libros, cuánta agitación literaria ha vivido la Zaragoza antigónica durante estos veinte años, pero sí que nos hemos encontrado allí tres generaciones de lectores, de autores, de exégetas, de docentes... J. L. Melero, M. Á. Ortiz, L. F. Alegre, Á. Gracia, P. Peris, Á. Sobreviela, B. Ascoz, L. Miñana, F. Sarría, M. Á. Yusta, M. Barbáchano, M. Serrano, C. Bernués, L. Villanueva, I. Magriñá, M. Vilas, M. Á. Naval, "Pierre", K. Járboles, R. Melendo, L. M. Remón..., y un mogollón más de personas que no conocía devorando abundantes canapés regados con vino del buenísimo y cava a porrillo. Y postres riquísimos envueltos en pétalos de rosas, en su esencia y en su contingencia.
Felicidades, Pepe; felicidades, Julia. Y, sobre todo, gracias. Seguid así, como estamos seguros que seguiréis. Y dentro de otros veinte años nos jalamos otras tantas trufas, con Eloy —espero— convertido ya en agitador irreductible.
(La pintura de Antígona es de Frederic Leighton).
1 comentario:
En verdad fue magnífico. Como tu crónica, Maestro.
Abrazos risueños.
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