
Os diré una cosa que se sabe: el catalán se hablaba en el siglo XI incluso en Almería. ¿Por qué ha retrocedido hasta sus actuales fronteras? Porque yo no me creo que los catalanoparlantes hayan sido progresivamente aniquilados, masacrados, colonizados y reprimidos a base de regímenes totalitarios a lo largo de siglos XI-XVII en los que cada uno hablaba lo que le daba la gana y como le daba la gana. La explicación es muy otra y más objetiva: el catalán es una lengua regresiva definida así por sus propias leyes internas, como es regresiva el francés y lo es el italiano, pero como NO lo es el español, que, por idénticas e inviolables leyes internas, es una de las lenguas expansivas que existen en el mundo, como lo es el inglés y como lo es el árabe. Hugo Schudart dejó esto bien claro ya a comienzos del siglo pasado y nadie lo ha refutado hasta ahora (por cierto, el Butlletí de Dialectologia Catalana recoge colaboraciones del propio Schudart), de la misma manera que concluyó por afirmar que ninguna lengua se impone mediante criterios administrativos, salvo que se aniquile físicamente a sus hablantes (podemos poner como ejemplo a los strasbourgueses). La Generalitat y otras instituciones de ámbito catalanista se empeñan en imponer el catalán mediante criterios administrativos (allá ellos).
Ese mismo Butlletí, bajo la dirección de Pompeu Fabra, Antoni Griera y Joan Coromines, incorporó en 1931 (vaya usted a saber por qué, aunque lo deduzco), el rótulo en español “Revista Catalana de Lingüística”, y era editado por el Institut d’Estudis Catalans. Actitud que manifestaba una clara vocación de convivencia pacífica, natural y enriquecedora. Pero no, es ahora cuando salen de sus cuevas las morenas para darle dentelladas a todo el que pasa diciendo ¡Adiós!, pero dando palmaditas en la espalda a quien dice bye! y se le mea en las callejuelas del Gótico.
En esta vaselinización de los bolsillos y para ir dando lustre a la lengua catalana, el propio Corominas -etimólogo de fuste de la lengua española, a quien admiré durante toda su longeva existencia-, se apropió del aragonesismo ‘pernil’ endilgándoselo al catalán para darle solera a una lengua que no la necesitaba. Tuvo que salir el profesor Calderón (castellonense de pro) a decirle –con una batería inacabable de documentos- que no, que de eso nada, y, además, le reprochó a Corominas su defección. Corominas, naturalmente -con un gesto que honraba su sabiduría-, calló.
La Generalitat todavía está diseñando (el diseny y hablar en catalán, aunque sea mal, es lo más cool que puede seguirse hoy en Barna) un modelo estándar de su lengua; ¡no para!; los ampurdaneses, sin embargo, son muy críticos con ese diseny, tanto que lo denuncian y lo rechazan. Claro que de estas disensiones internas nadie nos dice nada: “que arda la casa, pero que no salga el humo”.
Cuando el vaso de agua se haya tragado a la tormenta y el catalán ya no dé pasta ni sinecuras, volveremos al trasvase. (¡Vixca Amílcar Barça!).
(En la fotografía: Joan Corominas Vigneaux).
P.S.: id a este enlace de un tal Bilbeny y pinchad en "Projecte Amèrica" y en "Project Cervantes" Leedlos; no hace falta que os toméis un tripi para alucinar.
1 comentario:
Manolo
impresionante tu texto
lo meto en mi blog
citándote, por supuesto
Octavio
Publicar un comentario