El filólogo, poeta y narrador zaragozano Francho Nagore nos ofreció una magnífica muestra de la sonoridad, capacidad expresiva y construcción literaria de la lengua aragonesa. Si hasta bien avanzado el siglo XVI el aragonés fue lengua vivísima, podemos decir que anoche conocimos una muestra de su sólido renacimiento en los textos de Nagore que pretan delicada atención a una poesía llena de imágenes y adepta a los rasgos más sensuales de la naturaleza.
Juan Luis Saldaña acudió a esta sesión con sus letras más íntimas, canciones de amor que -como él mismo confesó- no hablan de amor precisamente, sino de aquello que lo construye y tantas veces lo destruye también. Sin abandonar un tono irónico como envoltura del dramilla o del drama (muy valleinclanesco su tono, por lo tanto), nos ofreció, por añadidura, algunas letras neodadaístas. ¡Qué bien me lo paso con el Saldaña!