30.5.08

Otra buena cosa

Presentación del libro Roma. Poema en prosa, de Ángel Sobreviela.
Editorial Olifante.
Sala Polivalente de la Biblioteca General de Aragón (Doctor Cerrada, 22).
Día 3 de junio, martes, a las 19,30 horas.
Presenta y lee Manuel Forega

28.5.08

Dos cosas buenas

Una: Presentación mañana mismo, día 29 demayo, en la FNAC, de El error de las hormigas, de Fernando Sarría, que publica Eclipsados y que contará con la presencia del Sarría, del editor Nacho Escuin y de Manuel Vilas. Será a las 20 horas.

Otra: con más tiempo, pues será el próximo día 2 dejunio, pero también en la FNAC, a las 19,30 horas, la presentación de Naturaleza y poesía. Memorias 1931-1950. Libro de Rosendo Tello publicado por Prames y que será presentado por José Luis Melero y Luis Felipe Alegre.

Y me voy echando leches a ver a Carmen Ruiz, también en la FNAC, que ya llego tarde.

26.5.08

Sin libertad de impresión no hay libertad de expresión

Pego aquí el artículo de Leónidas Martín Saura. No tiene desperdicio.

¿Esconde el fenómeno Chiquilicuatre, algo más que humor y cinismo?, ¿podemos encontrar en la votación popular que le elegió como representante de España en Eurovisión, algún signo de un maltestar compartido?. Recién salido del horno, aquí os dejo este texto a ver qué os parece.

Chiki Chiki, esto es lo que hay.

Leónidas Martín Saura

“Estoy muy agradecido a España, que ha demostrado que tiene sentido del humor. Lo haré lo más dignamente posible”.

Estas fueron las primeras palabras emitidas por Rodolfo Chiquilicuatre al conocerse el resultado del escrutinio que le convertía en representante máximo de todos los españoles ante Eurovisión. Pero, ¿es humor, realmente, lo que España demostró con aquella votación popular?.

Hace 40 años, un mes antes de mayo del 68, Massiel y su La, la, la se alzaban con la única victoria en solitario de TVE en Eurovisión. Al parecer, por aquel entonces, Alemania andaba promoviendo por la Europa de esos días la patente del sistema PAL para las emisiones televisivas en color, este asunto la enfrentaba encarnizadamente con el sistema francés SECAM; como todos saben, el sistema alemán salió vencedor de aquella disputa y, según defienden muchos a día de hoy, la edición de Eurovisión de aquél año tuvo mucho que ver en todo ello. El Estado alemán, al parecer, se ganó al gobierno español, que en última instancia era quien iba a decidir a qué sistema se adscribiría TVE, otorgándole seis decisivos votos finales a la canción española; de este modo Massiel resultó triunfadora. Manuel Fraga, entonces ministro de Información y Turismo, ofreció todas las facilidades para la implantación del sistema de color PAL, y todos los españoles comenzamos a disfrutar –y a sufrir- la televisión en color. Jesús Álvarez, presentador de aquél programa de Eurovisión en Prado del Rey, pasó a la historia por resumir aquella noche con la siguiente frase: “España y los españoles somos así”. Pero, ¿es así como somos los españoles, realmente?

Hace apenas unas semanas, tras conocerse el resultado de la votación, y diese comienzo el baile del Chiki-Chiki, Eva Cebrián, co-directora de la Academia de Artistas y responsable de dirección de algunos programas de Televisión Española, intervino en diferentes medios de comunicación destacando la transparencia del innovador sistema de elección (mediante el envío de sms y la participación popular en la red social myspace) que “ha sabido romper -añadió- con la indiferencia y el desinterés que había ante el Festival”. Pero, ¿realmente ha roto con la inferencia esta votación, o lo que ha hecho, precisamente, es mostrarla?

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De ser una especie de institución en la que, al parecer, se movían cuestiones de Estado, Eurovisión ha pasado en cuarenta años a convertirse en un escenario donde lo único que parece moverse es el malestar que nos produce sabernos colaboradores de una representación que ya no nos representa. Parece como si el seguir condenados a escoger en un mundo donde ya no existen alternativas, nos hiciera sentir que todo es posible y que, a la vez, nada podemos hacer. Así se explicaría, quizá, ese disfrute y esa rabia que parecen acompañar a cada uno de nuestros gestos que, cada vez con más intensidad, cada vez más a menudo, realizamos siempre que nuestra vida nos lo permite. ¿Es éste, quizá, el sentido del humor al que hacía referencia Rodolfo Chiquilicuatre?. Nunca una época ha estado tan dispuesta a soportarlo todo (sirva el Chiki-Chiki como ejemplo) y a la vez a encontrar todo tan intolerable (sirva, también, el Chiki-Chiki como ejemplo). Sin embargo, hasta el momento, no somos capaces de ir más allá; nuestra acción se ve reducida sistemáticamente a participar de una comunicación que ya no puede revelar nada más que la comunicabilidad misma, o, dicho de otra manera, una comunicación que tan sólo acierta a revelar la obviedad del mundo: esto es lo que hay, y punto.
Ya no creemos en identidades (¿alguien puede identificarse con un adefesio como el Chiquilicuatre?), ni tampoco parece que tengamos un horizonte que alcanzar (¿ganar Eurovisión?, ¿a quién le importa eso?). Las decisiones “importantes”, las grandes decisiones, esas que están relacionadas con los temas sociales globales, nadie sabe bien dónde, ni cómo, ni tan siquiera quiénes las toman. Lo que tenemos claro es que nosotros, esa “mayoría comprometida” que vota cada cuatro años, tal y como rezan los mandamientos democráticos contemporáneos, no somos en absoluto los que decidimos nada. Parece que nos estamos dando cuenta poco a poco de que somos tan sólo nodos de una red transparente en la que no existe otra opción que la de colaborar en la representación, una representación en la que, como digo, ya no nos reflejamos. La elección nihilista del Chiquilicuatre, así como la elección de castigar al partido popular por sus mentiras y engaños sobre la guerra de Irak hace ahora cuatro años, señala un espacio de actuación puntual, viral y contagioso, donde lo único que acertamos a mostrar, de momento, es el cierre de nuestras propias posibilidades y lo hartos que estamos.

Para castigar a Aznar y a su gobierno por la guerra de Irak y por el triste atentado del 11M, y por su manipulación mediática, tan sólo nos quedó la posibilidad de votar a otro; el PSOE era el que teníamos más a mano, que, por supuesto, no nos representaba tampoco, ni falta que nos hacía. No es eso lo que perseguíamos, se trataba tan sólo de un gesto de hastío e indignación dentro de un marco que nosotros no habíamos elegido, pero que era el único que en esos momentos teníamos a nuestro alcance: las elecciones generales, depositar el voto en las urnas.
En este sentido, la elección del Chiquilicuatre sería más de lo mismo: tan sólo un gesto que realizamos dentro de un marco que no hemos elegido. Todo el mundo sabe que Buenafuente y su equipo de colaboradores son los que han creado este producto; son, por lo tanto, los que sacan y sacarán provecho de él, pero al encontrarse a disposición de todo el mundo no hemos podido, ni hemos querido, evitar la tentación de realizar otro gesto más con la única intención de que lo irrepresentable exista y, si puede, cree comunidad, esa comunidad formada por todos nosotros que, sin tener poder para decidir nada, no dejamos pasar ninguna oportunidad -tenga la forma que tenga- para expresar algo muy sencillo y que al parecer está en la cabeza de todos: ya no nos creemos nada, y no queremos que la vida, nuestras vidas, sea esto, queremos otra cosa.
El próximo día 24 de mayo, si Chiquilicuatre gana el concurso de Eurovisión, Buenafuente y sus secuaces ganarán mucho dinero y se habrán salido con suya, y nosotros nos alegraremos también, ya que sabremos que la victoria, lo que realmente se ha ganado, no es Eurovisión ni mucho menos. Si, por el contrario, ese día Chiquilicuatre pierde, nosotros no perderemos nada, porque nosotros, todos nosotros, los mismos que hemos votado a Chiquilicuatre, y votamos contra las mentiras de Aznar, no tenemos ya nada que perder. Así que ustedes no se asusten si un día, además de mostrar nuestra indiferencia y desprecio por las opciones de participación social que encontramos a nuestro alcance, logramos, además, provocar, en este marco cerrado de posibilidades, una apertura inusitada. Mientras ese día llega, bailen el Chiki-Chiki, bailen el Chiki-Chiki.

25.5.08

La Campana de los Perdidos: 24 mayo 2008

Gracias a todos.
Sólo con una buena amistad puede construirse algo que se encuentre, por fin, más allá de la pura (buena o mala) letra. La amistad perdurará siempre, siempre que nos pongamos como tarea intelectual (lo digo otra vez: intelectual) su constitución al margen de toda teoría. Lo humano nunca será lo divino por mucho que la mitología clásica haya querido aproximarlos. Para mí, el mito auténtico, pero que puede narrarse sin ficción, es la amistad, un valor que fue deteriorándose en el ámbito literario, pero que la Zaragoza actual -lo constato sin miedo a equivocarme- ha recuperado para su propia singularidad. La historia ha dado también buenos ejemplos en los que deberíamos fijarnos para hacer de ella, de la amistad, un valor asumible por encima de cualquier otra condición estética, por encima de cualquier otro valor formal. ¡Viva la amistad! Pero no la empleemos en su sentido vacuo, en el que con tanta gratuidad aparece en boca de los alejados, de los que se empeñan en jerarquizar su posición a base de relaciones coincidentes. La amistad es algo más que un gesto exculpatorio, algo más que el precepto gracianesco de la revelación del alma. Es no sólo esa revelación, sino su donación también. Es, por fin -y a mi juicio- lo más próximo al amor, pero lo más alejado de él. Una inclinación natural que, más que el lenguaje, estructura nuestro pensamiento y, en consecuencia, nuestra actitud hacia los demás. Es lo que nos diferencia de la oligarquía social, de la indiferencia de sus formas. Aquí, un amigo. Pero digámoslo con todo su peso existencial.

22.5.08

22 de mayo de 2008

Las cenas dan para mucho y toman para más. Ayer, día 22, fue mi segunda incorporación a ese grupo de maleantes (Gualteros o Archipoetas de Kölhn) con faca y talega que se echan a la garganta palabras entre vino (con gaseosa) en un escenario costumbrista que nos pone (a mí, al menos, me pone) a partir un piñón con el mesonero (Romanos) marginando a “Fígaro” y alanceando con grandes carcajadas toda buena costumbre que por ese lugar se entrevera al gusto de una moral dispuesta en las mesas para ser vista y comida al goliárdico modo. Pero también pudiera ser una réplica de aquel Fornos en el que “Fígaro” tenía su silla siempre reservada y a quien se le dirigía la palabra entre la fantasmagoría del humo y el mantel a manera de sábana habillando toda la figura del pequeño “Duende Satírico del Día” (cierto, no obstante, que a la mesa estaba un Larra serrano a quien no se le cayó la Z en toda la noche). Teníamos también a nuestras “Colombines” (una estaba sentada a mi derecha), inventoras de la gracia, y es que, entre trago y bocado, bullían las greguerías espontáneas (“la luna es un lunar en la mejilla de la noche”; “las islas son las pecas del mar”) y deambulaban por debajo de la mesa las fées desbaratando tobillos y ajustando los calcetines a la tibia, pues había un qué sé yo de juego peronéico que consistía en darse patadas. Por encima; encima de la mesa, manipulaba el anagrama de su apellido un ángel paranoico con quien me hermané en semejante diagnosis dándonos unas palizas de órdago entre algoritmos y algorilas, motos y energúmenos: poseídos por el demonio, en efecto, fue creciendo la gresca a base de puñetazos anglos y de bateadores nazis mientras nuestra única queja era la carcajada pasota o el gesto punk de la circunspección. ¡Toma vino!, y estuvimos dándole caña al mono de la anécdota marica. A alguno se le fue la lentilla con los canguros. En esos antípodas de Georgetown, donde los zaragozanos tocan con sus suelas las suelas de los zapatos aborígenes, encontramos pretextos creacionistas para largarnos de viaje (en un avioncillo de hélice que Carmen fleta muy a propósito y gustosamente) a Frankfurt, pasando por Benasque y Londres y aterrizando en un calabozo donde a alguien (y dale con que la abuela fuma) le volvió a currar a base de bien el famoso “Policía Ye-Yé”.
En esto se andaba, entre quesillos y tiramisúes, flanes onanistas y sobrevolando la mesa las poderosas alas de los milianos negros; con amorfía pastelera cuya apelación macedónica recibió un tajante NO; una morfología silenciosa aderezada con cambios bruscos de última hora en la elección de los paladares que llevaron a Dirgni a darle la vuelta al guante y pedirse un flan onanizado ante el complaciente asombro del Olmo regado con Zitro(n) que tenía a su lado. Más al fondo, una mirada aseverativa rescindía su contrato con la gravedad y reía, reía. Cilindros, entre tanto, y conos (conos, digo, no otra cosa) abducían los pulmones de los monos, lo más parecido a la bestia sin que lo parezca.
En fin, que la peña se portó bien, pero salió caliente.

Carta a Ana Muñoz a propósito


Bueno, Ana querida:

Mi impresión no ha cambiado respecto a la lectura de tu Carpe noctem del otro día, y sigue pareciéndome que el dramatismo y la queja de las palabras del poema se encuentran más acá incluso de la hipotética intencionalidad del texto. Quiero decir que están dentro, como la epidermis, más acá, por tanto, de lo superficial, de lo aparente. Más que parecer o estar, esas palabras “son”, transitan vivas y han sido capaces de armonizar una ―dicha en su sentido etimológico― sensualidad descarnada con una base ontológica, adherida al ser. Me parece a mí así, Ana. Y estoy completamente convencido de que sólo con ese fundamento ontológico es capaz la poesía de trascender el ámbito de lo privado, de lo personal, de lo estrictamente lírico cuando se ocupa sólo de rellenar el saco de lo anecdótico (por ejemplo, cuando la poesía se inclina hacia un qué sé yo de ficticio, hacia una desmesurada porción de tramoya trágica que la distancia de sus escenarios, como hacen tantos poetas hoy). Por eso tiene sumo valor tu poema en los dos sentidos: osado y valioso. Contenido que me seduce abiertamente, se pueden decir cosas hermosísimas. Por ejemplo, que seas capaz de transformar la capitulación antropológica de la mujer en una reivindicación humana, con todo el peso que este término aún conserva; que hayas hecho de su cuerpo magia alquímica y extraído de la modestia (como así hizo el Paracelso de Borges) oro donde sólo había cenizas; o, mejor ―para ser más fieles al propio Paracelso―, rosas de lo que eran cenizas; que hayas conseguido “formalizar” en imágenes poco comunes la severidad de un ejercicio que nada tiene de lúdico, como dice el estándar analfabeto, y sí mucho de dolor personal izado a esas sinécdoques continuadas que vuelan por encima del simple hedonismo de la noche. Puras alegorías otras veces que desdicen cualquier oratoria de la carne para convertirse en espíritu auténtico, el espíritu del padecimiento, sobre el que llamar la atención no es nada gratuito; antes al contrario, siempre supone un desagarro cuando se está sinceramente dispuesto a ello. En cambio, si tomara como buena otra lectura, todavía sería subrayable esa condición femenina de la generosidad cuando la mujer, hecha bruja o ángel, con sexo o sin él, por tanto, aún dispone de la fuerza suficiente para hacer de la claudicación una práctica humana; más que humana, teñida de la empatía existencial cuyo prototipo fue aquella Candy nórdica haciendo del derecho natural, del instinto, un tesoro que ofrecer al hombre indigente, sólo revelado y entregado al hombre marginal, al desahuciado.

Nota, pues, para ambas perspectivas. Y alta.

Felicidades, Ana.

19.5.08

Setmana Poesía. Barcelona

O. dice que os diga de lo que ocurrió dentro de lo que encierra el epígrafe. Pensaba hacerlo, más adelante, porque llevo unos días algo ocupadico con cosicas que me roban mucho tiempo. Pero quién se resiste a una solicitud de Octavio Augusto, siempre él tan solícito.

00,01 horas del día 17 de mayo. Palau de la Virreina, en la Rambla. Lleno a tope. Nos recibe David Castillo (organizador sabio y -lo digo de verdad- excelente poeta del drama y de la ironía juntos, en un todo uniforme y armónico: lo que Valle-Inclán habría bautizado como esperpento y que, con ese valor insigne, no ha prosperado en nuestras catálogo léxico, sino con otro, con el que se asocia a la vulgaridad del simple guiñol sin carne ni alma ni nada; pero qué se le va a hacer). Decía que nos recibió David Castillo (editor también de las memorias de Pepín Bello, con quien conversó largas horas) y, junto a Guinda y yo mismo, estuvieron Pep Blay, Antonio Orihuela y Vicente Muñoz. Ángel fue breve, aunque espectacular con su cabeza llena de olas, peces abisales, escollos y tesoros que sólo es posible encontrar en el cofre de su mollera; estuvo, además, contundente, desencajado, y, más, en Barcelona, donde todo desencaja de lo encajado que sus instituciones quieren que esté todo: ¡fuera mendigos! (y les encharcan a manguerazo limpio los bancos y los dinteles); ¡fuera putas! (y a escobazos las meten debajo de las camas); ¡fuera skaters! (y un mosso d'esquadra en cada plaza); ¡fuera todo! Lo único que queremos son guiris con digitales que se dejen la pasta aunque se meen en el gótico y apesten sus callejones.
Pep Blay nos situó en una histriónica función dadaísta que no estuvo nada mal; Vicente Muñoz se mostró grave, lírico, pero en exceso descriptivo, exacerbadamente narrativo, deslizando un yo sincero pero perdido en la imagen obvia (desde luego, ningún enemigo mayor de Valéry como Vicente Muñoz, que es una excelente persona). Antonio Orihuela leyó un poema extensísimo, excelso, magnífico, a manera de testamento que nos envolvió de referencias coetáneas y que resultó al final el resumen de una vida experimentada.
Me citaré diciendo que no desaproveché la ocasión de saludar en catalán ("Bona nit") y añadir que "ojalá el trasvase de lenguas de esta noche resulte todo lo armónico que las bocas saciadas de palabras sean capaces de ofrecer a los oídos sedientos de un público inteligente".
Luego, Ángel y yo nos fuimos de copas a la Plaza Reial con Leónidas Martín (de Zaragoza), Paulina (de Buenos Aires), Amador Savater (de Madrid), a quien, siendo niño, tuve entre mis brazos (su madre es de Molina) después de haber pintado con un rotulador todas la paredes de la habitación donde -presumíamos- dormía plácidamente.
En fin, no llegaron a tiempo nuestra querida Anja Steidinger (de Hamburgo), aunque la vi el sábado, ni su novio Juan (de Buenos Aires), y lo lamentaron muy sinceramente. Horas antes, estuvimos con Ferrán y Ángela, que también se acercaron al Palau, y Ferrán le regaló a Ángel un Zippo recargable grabado con sus iniciales; a mi, me regaló (gracias, Ferrán) un Clipper de acero también recargable. Regalos ya, por cierto, poco comunes después de lo antipático que resulta esto del fumaque. Ángel tuvo algún que otro problema con el doble ascensor del hotel Jazz: cada vez que lo llamaba, se la abría la puerta contraria a la que esperaba (una paranormalia de esas, pensó él). Desayunamos opíparamente en el buffet libre muy bien dotado del Jazz y, más tarde, nos dimos una vueltecica por los alrededores riéndonos sin parar, hasta que Ángel, el sábado, tomó un taxi para la estación. Yo me quedé en Barna hasta el domingo; no salí apenas de la casa de la calle Sant Sever (la casa de Leónidas). ¿Para qué? Barcelona me abduce. Leí sin parar poemas de Luis Alberto de Cuenca y de Oliverio Girondo, todo el día. En el AVE de vuelta, un tipo juraba como endemoniado por el móvil: supe por sus baladros que el Zaragoza se había ido a segunda.

16.5.08

Queridos amigos















Queridos amigos:
Gracias a todos por vuestra gentil compañía hoy en FNAC. Da gusto tener amigos y, más, tenerlos cerca.
A Trinidad la quiero sin contemplaciones, abiertamente, y porque es un demiurgo de carne y hueso, tangible, viva.
Ana Muñoz (mi Anita), ha dado en el clavo revelándome: justa, precisa, inteligente y con unas goticas de humor bienvenido, humano y refrescante. No deberías ni ir a clase, Ana; bastaría con que tus profes de la fac asistieran a una de tus exégesis y punto; a casa y carrera concluida.
Ángel Gracia se ha portado conmigo magníficamente; lo ha hecho todo a la perfección y en silencio. La FNAC sin Ángel se quedaría en NÁ.
A Miguel Ángel Ortiz, qué podría decirle que no diga su péñola firme y su plumilla florentina.
Un recuerdo también para Xulio, que sopla el viento d'Os beleiros tajando el mar del alma.
Permitidme todos que agradezca particularmente a Ángel Guinda su presencia. Ha hecho el esfuerzo de venir desde Madrid para volverse inmediatamente. Pero es el hermano mío, mi semejante, con ese corazón que eternamente anhelan poseer los dioses. Berna dejó en mi móvil su voz y una lagrimilla por su ausencia: estudia, trabaja y tiene exámenes. Berna es mi otra vida; vida por la que no muero. Berna me hace vivir.
Y también Leónidas (Leoni, Leo), que dejó las Termópilas de Barna para llegarse hasta Zaragoza con el corazón al galope y regresar inmediatamente. Vani dejós sus producciones, sus cámaras, sus modelos, sus todos y también se vino pa Zaragoza (eso sí, deberé compensarla con un masaje; se lo daré en las sienes, donde los latidos dibujan su bondad única). Alba (Albica) debía irse el miércoles a Ferrara, pero se quedó para verme y ser yo más por ella y con ella.
Estuvo incluso Dido, la Didín como ave Fénix llegada desde Carthago, y Mario (río y mar); dos niños salidos de los moldes de Durero.
Habéis estado todos y me emociona pensar que aún tengo aliento suficiente para veros tras las cortinillas de ámbar sin que advirtáis el embargo de las pupilas, aunque me importaría muy poco tener de nuevo cataratas.
Y mi abrazo y mi compañía finales para Joaquín Sánchez Vallés, que ha perdido hoy a su padre.
Besos para todos vosotros. Os diré algo más.

12.5.08

Nuevas tecnologías
















Concluyó el IV Encuentro Peralejense de Pintura y Poesía. Y es lo cierto que, salvo César Sánchez Vázquez, Carmen Ruiz Prádanos y Luigi Maráez, ningún pintor acude a estas citas ligeras que mantienen un elevado nivel crítico y una más alta enjundia analítica (visto lo visto, habrá que proponer que se suprima del epígrafe titular el sustantivo "Pintura"). La sesión del sábado fue densa en contenidos y entrelazados temáticos que fueron revelando diferentes posiciones (enfrentadas unas cuantas) sobre el uso y afección de las nuevas tecnologías en el proceso creativo, en su expresión, en su comunicación, en su difusión y en la definición misma de ese proceso creador y del concepto de autoría y los derechos que la preservan, por ejemplo.
Es difícil, además de improcedente, consignar aquí, en un post, siquiera un número indeterminado de los matices que perfilaron el debate; uno de ellos, precisamente, la capacidad de absorción y de remisión exponencial que caracterizan a los blogs y vlogs en un sistema reticular, su capacidad para crear núcleos de afinidades y redes sociales comunes. Éste bien puede ser otro ejemplo, pero hubo muchos más relativos al uso de determinados lenguajes, al efecto que produce en la educación curricular, los aspectos políticos, económicos y sociales que están presentes en la red y el acceso a los dispositivos de conexión que propician una nueva actitud frente a la información y frente a la aún no bien definida cultura; sus ventajas e inconvenientes, su morfología y sus valores mediadores.
Riqueza conceptual y cortés beligerancia fueron, no obstante y como siempre, las pautas que siguió el debate.
Llovió el viernes y el sábado, abundantemente, pero no silenciaron los ruiseñores su celo de mayo en la madrugada; los venados se guarecían bajos las encinas y chaparros, los cervatillos del año tiritaban junto a sus madres y alguna ardilla temeraria se asomó a los andenes herbosos a ver quién pasaba. El río estuvo en calma, y un agua buena nos alivió de tanta sed consumada.
El domingo vimos en Chequilla los juegos malabares que ha ejecutado la naturaleza con sus areniscas rojas y, en Checa, la piedra encalada, el arrogante arroyo como un cíngulo ciñendo el pueblo salpicado de puentecicos como presillas granas en su cintura, y los ánsares bajo la cascada... Agua, agua por todas partes y un verde sobrecogedor que nos ha teñido el corazón por unos días.

6.5.08

No falta nada

Han pasado diecisiete; es hoy; hoy:

FNAC-ZARAGOZA
15 de mayo (conmemoración del 40 aniversario del Mayo ‘68)
A las 20,00 horas
Ademenos (poesía)
Publica: Olifante
Mesa: Trinidad Ruiz Marcellán (editora), Ana Muñoz (poeta de órdago) y Manuel M. Forega (el Además del Ademenos)

3.5.08

Los sitios de Zaragoza

Nos han jodido pa vino. Aquí, todo el mundo pasa y, en la periferia coolta, nos hacen un bocadillo de clavos mientras la endeble socialdemocracia aragonesa ha de tragarse el de lombrices. La EXPO ha significado, a la postre, una especie de crédito vitalicio que nos tiene cogidos por las pelotas mientras pasamos por el tiempo y su moneda se devalúa. ¡A callar! El Solbes nos debe 400 millones y hace oídos sordos mientras se le va cerrando el ojo. La burguesía catalana, con una mano en el bolsillo y la otra dando con la porra cívica en Barcelona (a dios rogando y con el mazo dando), dice que tiene sed después de muchísimos años dando de beber a su macroindustria, de haberse bañado a diario con sales minerales relajantes y copos de levadura y de regar a diario y a mansalva las calles para echar a los indigentes de los bancos. El analfabetismo político de Madrid tensa la cuerda de la territorialidad haciéndose un circunflejo (cerrando, por lo tanto, las vocales) jaleado por los corifeos de la protocultura. Víctor Morlán huye por las salidas de emergencia de los túneles del AVE. Y aquí todo el mundo pasa y calla en un pasacalles de sonrisas ingenuas y de inconsciencia que nos helará la boca, los bolsillos y las vocales. Seguimos como estatuas petrificadas, apurando aún la ilusión de que el Ebro sea navegable desde Tarragona, que la plaza del Pilar tenga árboles, que las ruinas de la ciudad salgan por fin de su letargo, que nos devuelvan las vírgenes románicas y los pantocrator, que el Barça no regale banderitas políticas en Fraga, que El Prado nos reintegre los Goyas y el Museo de Arqueología los artesonados de La Aljafería y acabar con los émulos de las políticas “nacionales” pidiendo que la policía local no sea una panda de chulos adolescentes con pistola, que no nos suban un 100 % los impuestos, que limpien de escombros y basuras las calles Predicadores, Boggiero, San Pablo y aledañas. Y por pedir que no quede: ¡que vuelvan los franceses, coño! Seguro que entonces llueve; pues, entre otras cosas, ya no está “El Deseado”.

1.5.08

Al este del Moncayo




























Menos mal que al este del Moncayo, aunque falte el agua, hay algo más que desierto para correr. Lo vimos anoche en el jardincico (ese espacio encantador análogo al de las verbenas de las fiestas del pueblo) de Bodegas Almau de Zaragoza. Pero sonó, sonó y soñó ese tema de aquel mini-LP heroico de 1987 como pórtico del homenaje a la banda de Mauricio Aznar. Sopeña, Cuti, Jorge... se largaron un potente truck a empujones. Vi a Gabriel muy comprometido (como en él es habitual) en el escenario; sus gestos lo decían todo. Tampoco esto es América, aunque no se sabe aún si lo será y la gran metáfora toponímica y etimológica que sí existe al este del Moncayo (Mauricio no lo pudo imaginar siquiera) se vaya a tomar por culo gracias a la meliflua socialdemocracia y a la hortera burguesía rural de esta tierra demne.
Pero, en fin, que no haya nubarrones ni pedregadas que nos jodan la fiesta. Había mucha gente y me encontré con algunos amigos allí, en el jardincico. Reconocí (él no) a Carlos Marín, que no recordará que una de sus primeras interpretaciones profesionales fue con dos obras de Molière que (permitidme decirlo) traduje para el NTA de Francisco Ortega. También apareció Octavio, el que se acuesta con Jane Birkin; me encontré con Sam Tejero, baterista de Bomba Gum y de Los Twangs; a Víctor, impresor cuidadoso. No faltó Melisa Borobia, que anduvo armando jaleo en aquél corto (Mirindas asesinas) de Álex de la Iglesia, y José Antonio, el del fallido Satanás, que llevaba años en Bilbao. Y muchos otros con muy buen rollo y que hacían bucles entre la multitud y en el tapón de calle Estébanes. Todo era bienestar y bien estar porque éramos sin parecer nada. Sólo escuchando cómo se desgranaban letras y música y bebiendo al compás. Yo también quiero beber Más con la chica más guapa de la ciudad y Cía.