21.6.08

20 años de la Librería Antígona

Veinte años han pasado. Y en absoluto me deprime esta consciencia del tiempo transcurrido. Por una vez, la retórica de la pesadumbre ha hecho mutis por el morro, y se lo debo a Pepito. Le debemos todos a Pepito que Zaragoza (tan poco pródiga en tantas cosas, y, más, en este asunto de los libros) haya sido otra con Antígona abierta. Se lo ha currado; se lo han currado Pepito y Julia. Pepito estaba detrás del mostrador de la Librería Muriel de Alfonso Sánchez, allí lo conocimos muchos, y allí nos sugirió mucho. Con algo de escepticismo (ya sabéis: en España no se lee y en Zaragoza menos), asistimos a la apertura de Librería Antígona en Pedro Cerbuna, 25. Era Pepito quien la abría; había dejado la Muriel y se arrojó al abismo. Pero en la pared del precipicio comenzaron a crecer arbustos que él mismo seminaba con sabiduría, tacto y una gran capacidad selectiva. Pepito tiene, a mi juicio, una virtud sobre todas: su afabilidad. No es poco ni moco de pavo esto que digo y, además, la armoniza con otra no menuda: en una sociedad en que la información ha suplantado a la cultura, Pepito es un librero culto. Y no le falta información; por mejor decir, posee una excelsa memoria y es lector con todas las letras. Le basta con echar una ojeada a la fisonomía lectora de cualquier cliente para arrojarle a los ojos el libro que estaba esperando y cuya aparición, tal vez, ignoraba.
He visto crecer a Violeta en estos años; a Eloy y sus escaramuzas ácratas (por cierto, que ha salido con la tarta de las veinte velas en la mano, tocado con un casco de bobsleigh, y he advertido al personal: ¡vámonos, que hoy arde esta plaza por los cuatro costados!), y he visto a Julia a la altura de su Tebas libresca durante estos años.
Es ahora, en esta fiesta que acabo de abandonar en el café Odeón, donde el aprecio y la amistad mutuos han dado un golpe de mano al escepticismo y a la insalubre rigidez de los pusilánimes. La hipérbole es correcta: estábamos todos. Y Pepito, y Julia, anfitriones con una multitud de agradecidos Heracles dentro y fuera del café, nos han deleitado. Pepito incluso se había afeitado, y Julia lucía una encantadora melenilla a lo Amelie.
No voy a citar cuántas presentaciones, cuántos autores, cuántos libros, cuánta agitación literaria ha vivido la Zaragoza antigónica durante estos veinte años, pero sí que nos hemos encontrado allí tres generaciones de lectores, de autores, de exégetas, de docentes... J. L. Melero, M. Á. Ortiz, L. F. Alegre, Á. Gracia, P. Peris, Á. Sobreviela, B. Ascoz, L. Miñana, F. Sarría, M. Á. Yusta, M. Barbáchano, M. Serrano, C. Bernués, L. Villanueva, I. Magriñá, M. Vilas, M. Á. Naval, "Pierre", K. Járboles, R. Melendo, L. M. Remón..., y un mogollón más de personas que no conocía devorando abundantes canapés regados con vino del buenísimo y cava a porrillo. Y postres riquísimos envueltos en pétalos de rosas, en su esencia y en su contingencia.
Felicidades, Pepe; felicidades, Julia. Y, sobre todo, gracias. Seguid así, como estamos seguros que seguiréis. Y dentro de otros veinte años nos jalamos otras tantas trufas, con Eloy —espero— convertido ya en agitador irreductible.

(La pintura de Antígona es de Frederic Leighton).

17.6.08

A propósito de la última Noche de Juglares

A propósito del comentario que Luis Felipe Alegre citó en la Noche de Juglares del pasado día 12 de junio y que yo recojo en el post con este título, no quisiera dar la impresión beligerante que algunos han deducido. Luis Felipe es muy buen amigo mío, y lo es desde hace muchísimos años, desde hace veinticinco o más años. Juan Bolea es amigo reciente (yo lo considero, cuando menos, así, pese a que nuestros encuentros sean escasos, aunque siempre cordiales). Así que, dicho con todo el afecto del mundo, creo que las cosas que uno piensa no deben callarse; sobre todo no deben callarse cuando hay que decírselas a un amigo. Cargadas de este afecto están escritas las palabras de aquel párrafo en el que reprochaba a Juan Bolea un cierto exceso en sus afirmaciones. La amistad, para mí, es lo primero, y no lo digo derrapando, sino con la absoluta convicción de que es hoy un valor poco pródigo y el único con el que podemos enfrentarnos a las jerarquías, esos escalafones clasistas que han ido penetrando, como émulos de la clase política y financiera, en los corazones de los individuos atrapados por la sola imagen del poder o del éxito.
Hablando ya en términos generales, es bien cierto que la pipiolez de creerse amigo de todos resulta de una ingenuidad encantadora y siempre saludable (yo la prefiero, por ejemplo, a creerse enemigo de todos); pero semejante candidez no debe subordinarse a las agresiones a la honestidad y al debido respeto, asuntos que, también hoy, están a la orden del día y contra los que, del mismo modo, hay que hacerse fuerte. Sólo con abundantes dosis de amistad y de sinceridad bienintencionada es posible constituir grupos armónicos de personas, de seres humanos dispuestos a mirarse a la cara sin recelo, sin dobleces; y, en el ámbito de la literatura —que es lo que nos ocupa ahora—, es esta conducta la que puede conformar núcleos bien avenidos capaces de superar sus prejuicios y diluir las, a veces, infundadas diferencias entre unos y otros. Acercar, no separar; sonreír, no fruncir el ceño; alegrarse y no enojarse; tender la mano en vez de dar la espalda. Es decir, variar la tendencia que se ha hecho habitual. Así será como podremos en esta tierra de éxodos quedarnos a compartir de verdad el éxito de los demás e irradiar una influencia que ha de ser beneficiosa por la sencilla naturaleza de su condición humana. Que sea cierto depende de nosotros, porque enemigos hay siempre. Son ésos: los invisibles.

15.6.08

Silbos del Val

Desde hace unos quince días se encuentra en la Librería Antígona de Zaragoza (única librería del mundo que dispone de estos títulos) el último volumen (nº 28) de la colección "Libros de Berna". Benito Muñoz Montes ha entregado sus Silbos del Val, una potente dosis de naturaleza rítmica, de lirismo temporal; un regreso rilkeano a la infancia y un lenguaje contextual rico en sonoridades de un poeta poco pródigo, pero excelente.

Fotografía: Pilar Jiménez Gilabert

Poesía para perdidos. Última entrega. 14.06.08

Que no acaben nunca. Estas noches de poesía para perdidos deberían continuar (y así espero que trabajemos todos para ello) como un ciclo permanente que ofrecer a la ciudadanía zaragozana y foránea cada primavera. Que se inscriba en los programas turísticos; que se cuelguen pancartas y avisos, que se tiren octavillas... Anúnciese.
Fue Brenda Ascoz la invitada de excepción, y a nosotros nos invitó a beber en un poema final que decía tanto del amor como de su pérdida, e incluso de la sensualidad que como poso deja la memoria de la ausencia: un anhelo redentor.
El gran Miguel Ángel, el Ortiz, apareció de súbito, se sentó en la banqueta y dijo del circo humano y de su excepción. ¿Qué tienen esos textos “raros” del Ortiz que se cuelan por entre los pliegues de los sesos haciendo culebrines? Espero decíroslo algún día.
Pero esta noche era de Miguel Serrano y de Nacho Tajahuerce, dos jovencísimos poetas que ya se vienen anunciando con conciencia y sin ciencia (de esa ciencia convencional: carecen de la ciencia que excava suelos y de la que ataca con piquetas tirándolo todo; es decir, de la que hace del hombre una basura), con su ironía un puntito amarga y con su amargura un puntito irónica; más de esto último. Pero amargura de la buena, nada de exacerbaciones, sino de recorrido existencial, empático; lo que Garaudy y Sartre nos indicaban hace años, pero que nunca se ha cumplido (que yo sepa) en el mensaje social ni político, ni ético, ni en ninguno, salvo –como hoy ha quedado demostrado- en el poético. Más lírico Serrano; más observador Tajahuerce, ambos tienen aún mucho que decir, mucho de lo que nos interesa a todos, porque se transparenta en los dos ese grado de penetración en la superficie con la piqueta -ahora sí- del dolor propio y el del otro, y golpeando con el martillo pilón -ahora también- de lo psicosocial: revelar el engaño de la euforia, denunciar el mensaje que se quedó a medio camino en los sesenta, pero que todavía permanece en las páginas para aproximarnos y revisarlo. Miguel Serrano lo dijo en dos ocasiones sobresalientes: con el escorzo del malentendido y bien entendido final sobre la certeza de la muerte (de arraigada concepción barroca y aun romántica) y con su invitación a la lectura usando como mediador el icono en cierto modo diletante del conector blog. Dos golpes maestros en la forma, en la concepción y en el contenido.
Nacho Tajahuerce lo expresó con sus “oficios”, verdaderos “tipos” con vida, a medio camino entre la denuncia social y la representatividad con fundamentos de universalidad. Y tenía un as escondido para hablarnos de la soledad en un libro con páginas en blanco cuya luz me dio de frente, cegándome. Y tiene otras cosas este Nacho, como ese pasar de puntillas sobre lo antropológico para dar de pronto con un certero golpe de honda en la sien del ser y acelerar los pulsos. Encuentro feliz el de esta noche. La poesía chuta (en los dos sentidos). Los poetas también. Nacho y Miguel han dado sobradas pruebas. Felicidades sincerísimas.

(De arriba a abajo: 1.Tajahuerce; 2. Ingrid Magriñá, Ortiz Albero y Ángel Gracia; 3. Miguel Serrano; 4. Miguel Serrano, Fernando Sarría, Manuel Vilas y Tajahuerce; y 5. Brenda Ascoz)

13.6.08

Noche de Juglares III

Otra buena noche en el parque Delicias de Zaragoza. Noche agradable, además, sobre la que se irguió la figura americana de Rolando Mix, excelente lector de textos, sin afectación ninguna. Rolando Mix hubo de exiliarse de su Chile, tierra sangrada a tiro limpio de dictaduras. Rolando, con su palabra desnuda frente al creciente cuarto lunar que lo coronaba, vació su tarro esencial con voz de melódica lectura, haciendo sonar el hermoso léxico de aquellas latitudes: la vicuña y la chusca, lo andino y lo desértico, y también recordó a los amigos asesinados, "una mancha de sangre cada uno de sus nombres". Y los recordó para no olvidar. La alta figura de Rolando nos envolvió entre sus brazos elegantes, nos atizó y nos acarició. ¡Bravo por Rolando!
Como se esperaba, Carlos Malicia dignificó la sátira con sus letras inteligentes y excelentemente construidas porque contienen no sólo la pura ironía del bosquejo textual, sino —y sobre todo— porque encierran toda la verdad esperpéntica, valleinclanesca, imprescindible en este estilo en exceso marginado. ¿Será porque actúa de revelador crítico y nadie, en principio, está a salvo de la parodia? Es cierto: en cada tipo reconocemos algo o a alguien, y eso asusta. Lo acompañaba Ernesto Cossío, con sus punteos ágiles, con sus ecos bluseros. Y, en fin, que me parece realmente difícil armonizar la música con esas letras tan narrativas; Carlos Malicia lo hace, sin embargo, estupendamente: fácil, ameno y elegante.
Luis Felipe leyó uno de los artículos con que Juan Bolea colabora asiduamente en El Periódico de Aragón, y lo leyó para denunciar lo que ese artículo explícitamente decía y lo que entre líneas se omitía. Juan Bolea lanza más de una puya contra determinados representantes de la cultura aragonesa sin citarlos; Juan Bolea quiere pasar la página de una hipotética anacronía intelectual aragonesa; Juan Bolea manifiesta su animadversión hacia aquellos que, según él, fingían estar en la vanguardia social reivindicativa, y, entre otras lindezas epitéticas, los llama casposos, y todos son de izquierdas. Juan, querido amigo: creo sinceramente que te has pasado. Como buena esposa adúltera, la que finge en realidad es la literatura; pero las personas, si fingen en asuntos tan delicados, en seguida se les nota la cojera y, entre la izquierda aragonesa, apenas he visto yo patapalos, pese a que abunden en la literatura aragonesa los piratas.
(En la fotografía: el escritor Juan Bolea).

12.6.08

Carta a Fernando Sarría

Como El Hafiz en su jardín de Schirás, escanciándote un combinado siempre con Bombay azul en vez del vino del paraíso, así tus poemas contemplan la belleza entre terrazas, lechos, ocasos, noches, estrellas “como puñetazos” (que habría dicho Leopoldo Panero). En tal paraíso –ese cielo en la tierra-, como así también lo entendía El Hafiz, es posible todo lo que la voluntad y el instinto se propongan. Acaso ese erotismo que pasa por el tiempo como máscara de la certeza de la edad, sea la verdadera fuga del amor, la huida sin celo, la materia encarnizada, lo mercurial elevándose por encima de cualquier claudicación ante lo que el ideal conserva como modelo inaprehensible, reflejo informe del objeto deseado en la caverna platónica. Pero si hay mucho de escapatoria y nada de celo que no sea el propio muro, ello no impide que se desplieguen los sentidos por los escenarios en una bien combinada relación entre el espacio, el tiempo y el lugar. Todo amor es una victoria sobre la muerte, pero el erotismo es la navaja que atraviesa la calavera como si fuera un vaciado de mantequilla.
No sé si las hormigas yerran, si son previsoras, si guardan para cuando no hay, pero el hombre aquí, en las páginas de su error, derrocha, dilapida, lo gasta todo, se arruina en su vocación sensual; y el poeta recoge todo lo que ese hombre le entrega, lo concita todo en el saber que más allá de toda posibilidad de amar está el objeto hipotéticamente amado. Todo se reduce a anhelo, el anhelo petrarquista, el anhelo viril que ha de dar necesariamente con su contrario. Y al contrario no se le ama. Amar es el único error frente a la presencia de la carne; al contrario se le desea y se le teme, se le rinde o se capitula ante su imperación. Tus versos, Fernando, dan cuenta de ello a la velocidad de la luz –como debe ser todo ejercicio que le arrebate el tiempo a la guadaña- y, cuando uno se desliza por ellos, lo hace como si estuviera en la cama, en el bosque, en las arenas, en el agua o levitando envuelto en el argón del aire, imitando los gestos de las caricias, de los besos, del vaciado carnal, de los abrazos sutiles, de la atracción poderosa, del hondo empuje hasta el grito de dos cuerpos siameses, hechos solo uno a semejanza de Hermes y Afrodita mirándose eternamente en el espejo móvil del agua del pozo.
Y yo lo he visto; he pasado por allí.

¡Ay! Air Berlín

La carta del Gobierno balear a Air Berlin es más que una carta; es la manifestación del almohadismo catalanista; es la prueba del taifaísmo como reminiscencia histórica y es la evidencia de que el único icono identitario de algunas comunidades es la lengua, carecen de otros o los ignoran. Como todas las lenguas, la catalana es una lengua contaminada, en su caso de castellanismos, de aragonesismos y de galicismos, que no ha podido jamás mantener su origen prístino, como no lo ha podido conservar ninguna lengua. Este tipo de epidemias sienta mal al que creyéndose un aborigen peninsular, ignora su ascendencia púnica, helena, romana... y teme ahora mismo su arabización. ¿Hasta cuándo habrá que soportar que el resto de los territorios financiemos los delirios lingüísticos de minorías políticas que mañana mismo hablarían en castellano si ello les reportara el solio presidencial o cualquier otro en la escala jerárquica de su administración? Bastaría con traer aquí el arrogante cinismo del espurio Josep Lluis Carod Rovira cuando legítimamente exigía que se le llamase así, Josep Lluis, en Cataluña y en toa tierra garbanzos, a la vez que negaba el mismo derecho a Pablo Gargallo y a Joaquín Costa, a quienes, en sendas calles barcelonesas se les rotula como Pau y Joaquim. Pero os contaré una trascendental y gravísima anécdota que ilustra hasta dónde es capaz de llegar el colonialismo irracional y delirante de las instituciones políticas catalanas en esto de exigir respeto por su lengua y pisotear el derecho de las demás: una taberna del barrio Gótico de Barcelona sostiene en su capitel el nombre de “Anduriña”; pues bien, su propietario recibió una carta de la Generalitat (que vela celosamente por los derechos de los ciudadanos) en la que se le instaba a sustituir, bajo amenaza de sanción, la ‘ñ’ de ese rótulo por la grafía ‘ny’. ¿os imagináis una taberna gallega llamada así: “Andurinya”? Si esto es muy grave, lo es más que esa misma carta no la hayan recibido ni El Corte Inglés (‘El Tallat Anglès’ en catalán), ni El Mundo Deportivo (‘El Món Esportìu’), ni Mac Donals (?), por poner sólo algunos ejemplos.
Os diré una cosa que se sabe: el catalán se hablaba en el siglo XI incluso en Almería. ¿Por qué ha retrocedido hasta sus actuales fronteras? Porque yo no me creo que los catalanoparlantes hayan sido progresivamente aniquilados, masacrados, colonizados y reprimidos a base de regímenes totalitarios a lo largo de siglos XI-XVII en los que cada uno hablaba lo que le daba la gana y como le daba la gana. La explicación es muy otra y más objetiva: el catalán es una lengua regresiva definida así por sus propias leyes internas, como es regresiva el francés y lo es el italiano, pero como NO lo es el español, que, por idénticas e inviolables leyes internas, es una de las lenguas expansivas que existen en el mundo, como lo es el inglés y como lo es el árabe. Hugo Schudart dejó esto bien claro ya a comienzos del siglo pasado y nadie lo ha refutado hasta ahora (por cierto, el Butlletí de Dialectologia Catalana recoge colaboraciones del propio Schudart), de la misma manera que concluyó por afirmar que ninguna lengua se impone mediante criterios administrativos, salvo que se aniquile físicamente a sus hablantes (podemos poner como ejemplo a los strasbourgueses). La Generalitat y otras instituciones de ámbito catalanista se empeñan en imponer el catalán mediante criterios administrativos (allá ellos).
Ese mismo Butlletí, bajo la dirección de Pompeu Fabra, Antoni Griera y Joan Coromines, incorporó en 1931 (vaya usted a saber por qué, aunque lo deduzco), el rótulo en español “Revista Catalana de Lingüística”, y era editado por el Institut d’Estudis Catalans. Actitud que manifestaba una clara vocación de convivencia pacífica, natural y enriquecedora. Pero no, es ahora cuando salen de sus cuevas las morenas para darle dentelladas a todo el que pasa diciendo ¡Adiós!, pero dando palmaditas en la espalda a quien dice bye! y se le mea en las callejuelas del Gótico.
En esta vaselinización de los bolsillos y para ir dando lustre a la lengua catalana, el propio Corominas -etimólogo de fuste de la lengua española, a quien admiré durante toda su longeva existencia-, se apropió del aragonesismo ‘pernil’ endilgándoselo al catalán para darle solera a una lengua que no la necesitaba. Tuvo que salir el profesor Calderón (castellonense de pro) a decirle –con una batería inacabable de documentos- que no, que de eso nada, y, además, le reprochó a Corominas su defección. Corominas, naturalmente -con un gesto que honraba su sabiduría-, calló.
La Generalitat todavía está diseñando (el diseny y hablar en catalán, aunque sea mal, es lo más cool que puede seguirse hoy en Barna) un modelo estándar de su lengua; ¡no para!; los ampurdaneses, sin embargo, son muy críticos con ese diseny, tanto que lo denuncian y lo rechazan. Claro que de estas disensiones internas nadie nos dice nada: “que arda la casa, pero que no salga el humo”.
Cuando el vaso de agua se haya tragado a la tormenta y el catalán ya no dé pasta ni sinecuras, volveremos al trasvase. (¡Vixca Amílcar Barça!).
(En la fotografía: Joan Corominas Vigneaux).
P.S.: id a este enlace de un tal Bilbeny y pinchad en "Projecte Amèrica" y en "Project Cervantes" Leedlos; no hace falta que os toméis un tripi para alucinar.

11.6.08

A las barricadas

Negras tormentas agitan los aires,
nubes oscuras nos impiden ver...

Contra la crisis, barricadas.
El Banco de España financia a la banca privada y la banca nos sube los intereses; los empresarios piden -¡cómo no!- moderación salarial y la inflación no para de incrementarse; la banca y las grandes corporaciones industriales multiplican exponencialmente sus beneficios y nosotros pagamos casi los mismos impuestos que ellos; nos suben la luz, el gas, el agua, las basuras, los IBIS, nos cosen a multas sin sentido porque la Administración ocupa y explota el espacio público… El solvente Solbes se esconde guiñando el ojo al cargo que ocupará cuando deje de diseñar políticas económicas prograncapitalismo; los sindicatos (verdaderos ministerios abarrotados de liberados) guardan silencio y siguen negociando contratos a la baja, a ras de suelo.
Contra la crisis, barricadas.
Además de la manifiesta, la verdadera crisis es una crisis de conciencia, una crisis de reflexión. La sociedad tecnificada casi ha barrido al humanismo mientras la política se ha profesionalizado a base de aniquilar en sus principios y en sus discursos los valores ontológicos y de abolir de la gestión administrativa de la riqueza un argumento fundamental: la justicia distributiva.
Contra la crisis, barricadas.
Lo que verdaderamente urge ahora es una respuesta social que asuma definitivamente como asunto beligerante y legítimo sus razones materiales y, por ende, vitales: vivienda, desempleo, impuestos, educación, trabajo, inmigración… Y ha de constituirse en una movilización de base exclusivamente social, de contenido esencialmente humano, no política, no sindical. Una respuesta al margen del dirigismo de los partidos políticos y de las obvias y anacrónicas consignas de los sindicatos. Lo que se reclama es la manifestación por todos los medios de una angustia colectiva que signa definitivamente el cada día de los individuos que ya no se identifican con la moderación de la disciplina ideológica ni con la protesta coyuntural dirigida, sino con su propia cotidianeidad crítica, la cual resulta ser análoga a la de su vecino, a la de su colega de pupitre o a la de su compañero de trabajo.
Contra la crisis, barricadas.
Esa respuesta está en la calle; está en la desobediencia civil, está en la agitación de la capacidad empática de las conciencias.
Hasta aquí hemos llegao; esto se ha pasao de castaño oscuro.
Contra la crisis, barricadas.
Mens agitat molem

8.6.08

Otra Noche de Juglares: 12.06.08

Y, el jueves 12 de junio, a las 22 horas, otra Noche juglaresca.
Escucharemos los poemas de Rolando Mix Toro, poeta chileno afincado desde hace años en Zaragoza. Bailaremos con Essaouira las danzas orientales y Carlos Malicia, acompañado por Franco Deterioro, seguro que nos arrancaran sonrisas y carcajadas con sus parodias y sátiras musicales.
Nos lo pasaremos de puta madre en el parque Delicias (la mejor entrada, por la prolongación de Duquesa Villahermosa).

6.6.08

Noches de Juglares. El Silbo Vulnerado

¿Cuántas veces lo he dicho? Pues ahora que tengo un blog lo diré aquí una vez más: las Noches de Juglares que El Silbo Vulnerado lleva organizando desde hace ya trece primaveras en el parque Delicias es de lo mejor que puede verse en Zaragoza a lo largo de todo el año. Estupendos espectáculos de música, poesía y teatro de cámara de armoniosa mezcla en cada una de las sesiones. Un público entusiasta acude cada uno de los cuatro jueves de que consta el ciclo primaveral. Y, hoy, otra vez nos hemos emocionado, en esta ocasión con los textos irónicos, reivindicativos y beligerantes de Mario Benedetti en interpretación magistral de Santiago Meléndez y Pilar Molinero. Lo repetiré otra vez, y en cursivas: interpretación magistral. Porque el “Padre Nuestro” de Benedetti ha sido en la voz poderosa y en la fuerza dramática de Meléndez un regalo absolutamente inhabitual; un dije ebúrneo que poder prendernos a la memoria del corazón, una luz reveladora, una epifanía teatral para creer sin dudarlo que en esta ciudad hay ACTORES como la copa del pino que se cernía sobre el escenario del parque y que, además, no se han ido, que siguen aquí y nos conceden el privilegio de ser vistos y escuchados. A su vera, Pilar Molinero dignificó (uso el verbo con todo su peso específico) la ironía sin aspavientos, la que cala en la corteza cerebral como una fuente de agua tibia reconfortando el grado de acidez que envuelve a esta sociedad cada vez más torpe, más resignada, capituladora, yerta, cadavérica, sin voz y sin argumentos críticos; analfabeta, en fin, como toda ingenua felicidad adulta. La “Secretaria ideal” de Benedetti lo fue gracias, desde luego, a Pilar Molinero: ¡magnífica!
El Luis Felipe, impelido por las circunstancias (Ariel Prat retrasaba inopinadamente su salida al escenario), tuvo que improvisar y se largó sin quererlo un entremés que bien pudo confeccionar un autor mezcla de Lope de Rueda y de Ionesco (todavía estoy riéndome –y espero, Luis Felipe, que las moscas sigan calentitas en las lámparas enmascaradas del parque-). Porque apareció por fin Ariel Prat y su grupo dándonos la murga porteña, el tango negro y la milonga, con bombos (S. Rosanno), cajones (M. Bruhn), bandoneones (P. Nemirovsky) y guitarras (H. Filippini). Un pase muy rítmico que nos quitó el frío y nos trajo a Buenos Aires hasta el cierzo, en colectivo, y con leyendas de Palermo, de Corrientes y de Bocca. Le deseo lo mejor a Ariel, que ha editado nuevo disco y que va girando. Lo esperan en Argentina, a donde va muy pronto.

3.6.08

El poeta Rosendo Tello recuerda

Rosendo Tello se confesó ayer, en la presentación de la primera parte de sus Memorias, adepto a los poetas jóvenes que ha conocido aquí, en la ciudad que habita para nuestra fortuna. Dijo que aprende de ellos, y que escriben poemas estupendos. No basta con ponderar estas palabras de Rosendo (que suscribo). Lo que hay que decir de Ronsendo Tello es que, diciendo lo que dice, agranda más su figura de sabio indemne, y nos da muestra mayúscula de que la modestia sigue siendo el síntoma más revelador de la inteligencia. La que nos falta a muchos que nos envanecemos por nada y a la nada tiramos un esfuerzo que se encuentra en el fondo humano, esencialmente humano, mostrado ayer —pero lo hace siempre— por el poeta mítico de Consagración al alba, de Meditaciones a medianoche y de tantos libros que nos enseñan el camino de la vocación y de la convicción poéticas.
Doy las gracias a Rosendo porque la sencillez de sus palabras ha dilatado, más si cabe, mi cariño y porque sé que ha sacado los colores a muchos papanatas y a más narcisos.
Luis Felipe Alegre leyó magistralmente (¡cómo me gusta Luis Felipe!) un fragmento de esas esplendidas Memorias editadas por Prames, y José Luis Melero (¡y cómo me gusta José Luis!) certificó de nuevo su hondura intelectual y su maestría en estas lides.
Gracias a los tres: porque me reí mucho y aprendí mucho.
(La fotografía es de Pepe Verón).

Están todos: mirad

2.6.08

Carta a Carmen Ruiz Fleta

Zaragoza, 31 de mayo de 2008

Me he duchado, querida Carmen, con tus cinco días; me he zambullido en tus cinco días; me he tirado a la piscina para bucear y arrancar el tapón del desagüe de la pila, no para emerger triunfante de la prueba de resistencia. Ha sido fácil porque llevaba una botella de oxígeno, gafas, aletas, tapones y gorro, para que nada me molestara en la tarea de desnudar a la piscina de su sentido, de su razón de ser en agosto. Y todo eso que era lo necesario me lo has proporcionado tú. Me presento, pues, ante ti, en la más absurda de las apariencias. La piscina se ha quedado sin agua y, yo, en medio, en el fondo, como hombre-rana sin razón de ser; sólo estando, a la deriva de cualquier mirada que sólo puede salir del paso explicándose.
Y me explico: he entrado en tu habitación verde (color que a mí más me gusta); me he ido contigo a Nueva York; me he trasvestido en ciega mujer investida de autoridad para matar; he hecho de árbitro; me he fumado un par de cigarrillos asomado contigo a la ventana (para que no moleste el humo al personal); he vagabundeado como los perros, como un autómata; he tendido la ropa casi al amanecer e intentado beber de ti como de los hontanares del aqua virgo. Me he ido por los tejados, como el diablo cojuelo de Guevara acompañando al estudiante que me liberó de la redoma hasta alcanzar la atalaya de aquel castillo desde donde gritar ¡ah de la almena! para encontrar refugio. Porque sí, Carmen, en algún lugar hay que encontrar lo habitable. Estos Cinco días en agosto que tengo delante, al lado, detrás... durante estos otros días en mayo tiene cuatro poemas esplendorosos (XVIII, XXII, XXIII, XXVIII) y, todos, el desparpajo de una sabiduría expresa ante el dolor y la memoria. ¿El tiempo es el mejor lenitivo? No en tu caso, ni en el de nadie –diría yo- si la huella es, más que huella, tonsura, estigma que la divina carimba de la vida ha impreso para reconocer nuestro tránsito por ella. ¿Y qué huella hay más indeleble que el amor? Yo siempre me lo he preguntado, y he encontrado respuestas en tu libro para vivir y para sobremorir, porque estamos destinados a muchas de las cosas que tú entiendes en tus textos, sabrosos, a veces enfáticos cuando el recuerdo se cuela por debajo de la puerta o atiende a la mirilla, como ojo de pez que angula los espacios de la memoria para dar con el perdón y -es capaz de excusar- el dolor del otro y de lo otro (que nunca se sabe qué es). En consecuencia, debo felicitarte por la búsqueda de la incógnita, por el reencuentro contigo misma, por habernos dicho cómo es posible, cuando menos, encontrar –aunque ocultos- uno de los infinitos caminos que transitar cuando la soledad contributiva, la que se nos exige como impuesto para seguir viviendo, nos sitia y nos invade sin elegirla. ¡Bravo!, querida amiga. Y dime qué día irás a la piscina. La próxima vez, cogeré mi toalla y me sentaré a tu lado para me cuentes cosas.

Política cultural. ¡Vaya majadería!

Una vez más (¿y van...?) los políticos —los de derechas, claro (de momento)— han dado muestra de su cretinismo, de su oligofrenia intelectual, de su marmolejería, de su manifiesto analfabetismo pasivo (el activo viene de suyo), de su avaricia, de su entendimiento animal en esto de hacer (que ni hacen, ni han hecho, ni harán) cultura. Colocad aquí cuantos calificativos de parecida índole os quepan. Con un cerebro desértico, sus deducciones son rápidas como los vientos que lo azotan y, sus decisiones, huracanadas: lo barren todo, y con más saña, aquello en lo que se vislumbra un ápice de educación, de formación, de estética de la buena, de cultura, como si en ella vieran al demonio o a la bicha; o por pura venganza rastrera en la que lo que sí se revela es su mirada torva, sus visajes socapa, sus dentelladas saliendo del fango y de las cuevas antediluvianas. Una clase pringosa, embadurnada de pez, pero que no se agosta, no desaparece. Cada vez más la idiotez ocupa cargos decisorios; aumentan los analfabetos en los sillones institucionales dando berridos, con las orejeras bien apretadas y las bridas tirantes sujetas a un belfo que deja zaheridas sus comisuras y sus ojos desorbitados tirando hasta el cogote sus pupilas.
Debería ser más procaz incluso, menos lene, más stirniano, más batailleano, y lanzo aquí una carcajada fastuosa porque acabo de hacer un pacto con el diablo. Más adelante os diré por qué. De momento, velo.