22.7.08

A vueltas con el libelillo catalán del Avui

Aunque hayan pasado más de tres años (07.04.2005) desde su publicación, el libelillo “Parlar espanyol és de pobres” sigue circulando por la red (tozudicos estos avuienses) con sus purulentas palabras y, pandémicamente, continúa inoculando sus virus. Es verdad que su autor tiene tan sólo (en el mejor de los casos) la intención de provocar, y en ese sentido épatant debemos preventivamente entenderlo. Lo que pasa es que, con estas cosas, ni siquiera esa finalidad es de recibo. Salvador Sostres cobra por hablar en español (lengua que no rechaza y que lo convierte de inmediato en otro hortera –por cierto, ‘hortera’ es españolismo que ha incorporado la lengua catalana-) en programas –horteras- de ámbito supraterritorial y es éste, al parecer, su único interés cuando habla de la maldad o bondad del uso de una lengua, porque en esa misma razón funda su peyorativo diseño del hispanoparlante: asociándolo a la renta per capita (¿será cierto, por fin, el axioma que define el orbe vital de los catalanes: “la pela és la pela”?) Que la renta per capita de los países donde se habla español es más baja que la de otros países con lenguas minoritarias -como la catalana- es argumento que lanza el tal Sostres como un globo pinchado que hace frrrrrrr… desde la primera letra de la proposición. Semejante comparación la hace con Noruega, Dinamarca e Islandia (¡no te jode!); pero, ¿por qué no la compara con la renta de otros países de lengua minoritaria: Albania, Bulgaria, Eslovenia, Bosnia, Eslovaquia, Letonia, Lituania, Estonia, Kazahstán, Uzbekistán, etc. etc., etc., etc., etc…) Claro que la lengua tiene que ver con la economía, naturalmente; y, por poner un solo ejemplo entre otros muchísimos, digamos de inmediato que un libro publicado en catalán, en danés, en noruego o en islandés venderá infinitamente menos ejemplares que publicado en la hortera lengua española (quizá este argumento le dé una patadica en los cojoncicos al Sostres). Por la misma razón los diarios catalanes, incluso los de distribución regional, como La Vanguardia (que no hace mucho tiempo se calificaba “Española”), se publican en español y no en catalán (“la pela és la pela, altra vegada). Pero si hablamos de renta per capita, la catalana (con no ser la más alta de los territorios españoles) se ha aupado a ese rango de 26.420 $ gracias, entre otras cosas, a las políticas de ministros catalanes adeptos al régimen españolista y fascista de Franco (porque aquellos polvos han traído estos lodos). El Sostres debe saber (porque no lo sabe e ignora tantísimo) las razones por las que se cerraron las fábricas textiles de Béjar y Zamora y no se hizo lo mismo con las catalanas, o por qué se abrió el corredor industrial farmacéutico de Sant Boi y no se hizo en el territorio al que estaba destinado, y por qué se instaló SEAT en Barcelona, y otro muchos beneficios concedidos graciosamente a Cataluña mientras se negaba el pan y la sal a otros territorios. Todas estas preguntas tienen respuesta objetiva, documental e histórica, y sus responsables tienen nombres y apellidos catalanes, circunstancias que el Sostres debería conocer antes de hablar de expolio fiscal y de robos. ¡Aquellos ministros catalanes sí que fueron ladrones! Y, además, fascistas. Se mete con la ‘espantosa’ jota gutural del español (no creo que sea la que baila mi perro, que levanta la garra y enseña los huevos), pero cuando uno oye pronunciar la cacofonía catalana “buchaca” tiene que apresurarse a correr para que no le caiga un diluvio de saliva encima, y, si es Sostres quien lo pronuncia, ¡dios nos coja confesaos! Otra: ¿Os imagináis estar en la cama con una muchacha catalana y, en el culmen culminis, oírle decir: ¡ay, que m’encorru!? ¡Pies, para qué os quiero!
Me parece a mí que no está nada mal que con la lengua catalana se adopten las mismas medidas que se instruyen para las especies en peligro de extinción, porque es una lengua que lo merece, que se hablaba hasta Almería en el siglo XI y que ha ido retrocediendo, conforme a la ley interna de su propio carácter regresivo, hasta sus fronteras actuales. Está bien que se defienda así, como un patrimonio incunable en el que escribieron Joanot Martorell, Auxias March y Ramón Llull (ninguno de ellos catalán, por cierto, sino todos, en puridad histórica, aragoneses) cuando la conciencia lingüística no sabía de agresiones ni andaba a la greña con nadie, sino que se expresaba dentro del orden natural de los hablantes; y que se defienda ese folclore (nada hortera, por supuesto) sustanciado en la sardana (que tampoco es de origen catalán, sino sardo) que bailan SÓLO los catalanoparlantes cada domingo frente a la catedral. Y que sigamos llamando a Cataluña la Marca Hispánica, como así quiso hacerlo Carlomagno, y nada de ese concepto imperialista de Països Catalans, al que tantos catalanes se oponen y lleno de hablantes espurios que han corrompido la lengua con sus aportaciones castellanas en Gandesa, Amposta, Jerta, Cervera, Alfarrás, Utiel, Játiva, Orihuela, Monóvar, Valldemosa, Santa Eulalia…; y nada, a tomar por culo esas raíces árabes incrustadas en el catalán de Lérida y de Tortosa, taifas moros que echaron a perder el pedegree filológico catalán. Y a más a más: ¿qué es eso de que el subdirector del Avui se apellide tan horteramente González? ¿Qué afrenta es ésa, Condenador Sostres?
La lengua española acuñó en el siglo XVII (siglo por el que el catalán y los catalanes pasaron absolutamente desapercibidos) una imagen que viene como dedillo al ano para representar la figura de Salvador Sostres: “Asno con cascabeles”. Éste es el Sostres.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La Expo de noche llama a los fantasmas.
Manuel Vilas