7.7.08

La verdadera historia según Bilbeny

Transita por ahí un vídeo reivindicativo de la historia de Cataluña inspirado en las investigaciones de un jovencísimo diacronista catalán con una larguísima experiencia en documentación, análisis, contraste, estudios históricos comparados, etimología, filología, arte, antropología, sociología, contextualización y epistemología histórica canónica y apócrifa. Ha estudiado profundamente, además, diplomática y transcripción lingüística y posee vastos conocimientos en mitología medieval, en derecho natural, en geografía humana y física y en toponimia. Un fenómeno único, singular e irrepetible cuyo apellido es Bilbeny.
Y su contenido es un delirio que sólo puede estar escrito por alguien que se ha comido varios tripis sin acompañante y se ha quedado enganchado, o por alguien que, cada vez que mete la mano en la buchaca, toca un fajito de billetes de 500 euros para seguir dando identidad a lo anónimo y a lo apócrifo, que de todo hay. Ese vídeo sobre la historia paralela de Cataluña (Colón no partió con sus naves de Palos, sino de Pals, pueblecito de Gerona que ahora se encuentra en el interior, pero que tuvo un gran río que llegaba hasta el mar. Bartolomé de las Casas se llamaba, en realidad, Bertomeu Casals. Cervantes no era Cervantes, sino Servent. América fue conquistada por los catalanes y Colón era –ya argumento baldío- catalán… y otras duermevelas por el estilo) está financiado por TV3 -la TV pública catalana- y, en consecuencia, con dinero de todos nosotros también. Según este vídeo, Castilla contrató a un ejército de pintores que se encargó de ir sustituyendo la enseña catalana por la castellana en todas las banderas de todos los barcos que ilustraban todos los desembarcos de todos los colonizadores de todo el territorio americano. Y contrató otro ejército de escribanos bilingües al que se le encomendó traducir al castellano todos los documentos de todos los autores de todos los orígenes de todas las crónicas de todos los lugares de todas las estanterías donde se encontraban esos documentos que estaban escritos todos originalmente en catalán. Como existe una isla por allá por el Caribe que se llama Montserrat (ahora, la virgen de su nombre resulta que no era morena, que la había pintado de negro un castellano con muy mala leche); que se llama Montserrat -decía- es ésta la mejor prueba de que quien descubrió, conquistó y colonizó América fue Cataluña (¡vaya!, así que también fueron catalanes los que masacraron a los indios). Pero, claro, también existe una isla que se llama Granada, así que, granadinos: sabed que todos los que descubrieron, conquistaron y colonizaron América fuisteis vosotros. O no; eran aragoneses, porque hay una ciudad que se llama Zaragoza; o alcarreños, porque mira que hay topónimos peninsulares en América, tantos, que hoy podemos decir que Estados Unidos fue conquistado y colonizado y descubierto por toledanos y madrileños. Así que nada de ingleses holandeses y alemanes: ¡qué es eso!, ¡de dónde habéis sacado que fueron éstos los conquistadores! ¡De eso nada: eran de Toledo y de Madrid, que quede bien claro! Esos topónimos son la prueba irrefutable.El territorio de Nueva España (el Méjico actual), se llamaba en realidad Nueva Cataluña, pero llegó un centralista españolista castellano y le cambió el sustantivo. Otro tanto sucedió con Nueva Granada (el Perú actual), que ostentó Nueva Tarragona (el más árabe de los territorios catalanes junto a Lérida) como topónimo original, pero, mira por dónde, llegó por allí uno de esos andaluces charnegos y le sustituyó el nombre (¡hace falta ser cabrón!). Ahora resulta que existió una corona catalano-aragonesa y un reino de Aragón y Cataluña. Pero nada, tranquilidad absoluta. Esta afirmación sólo nos cuesta a los contribuyentes un par de milloncejos de euros; luego, entre vídeos, producción, casting, reproducción y distribución por bibliotecas, otros dos milloncejos más; poca cosa para el elevado fin a que se destinan: crear una nación. ¡Qué digo!: un imperio. Ahora, Fernando se llama Ferrán; Alfonso, Alfòns; Martín, Martí; Pedro, Pere. Todos esos reyes aragoneses los han catalanizado, como debe ser, que ya basta de tergiversar la historia. ¿Por qué un comerciante catalán le metió un navajazo a Ferrán, tan catalán él? Pues yo os lo diré: porque era un castellano que se hacía pasar por catalán, un sicario pagado por la nobleza castellana. Pero no: hay quien piensa que fue el primer acto reivindicativo de la independencia catalana, de la Marca Hispánica, ese adjetivo histórico del que no quieren oír ni hablar los verdaderos, los originales, los prístinos, los aborígenes catalanes. Para este acto reivindicativo, el rey se llama Fernando, así, con su nombre castellano; para otros actos más nobles o determinantes para la historia europea, se llamará Ferrán, o sea, que será catalán por los cuatro costados, según convenga. Roger (perdón, Rogelio) de Flor fue educado en Zaragoza con esmero por la nobleza aragonesa, pero esto fue un simple accidente, claro). Otro accidente fue que el conde Berenguer fue preso por El Cid, quien lo ató a un palo, afrenta que no soportan recordar los catalanes, aunque sea un hecho literario. Otro, que el baile folclórico de Cataluña por excelencia -la Sardana- resulta ser sardo, de Cerdeña, allí junto a Cagliari. Otro accidente -éste más grave- fue que una sesión de la Generalitat catalana de finales del siglo XVIII decidió por unanimidad rechazar la enseña rojigualda (que ahora ostenta sin pudor) con el siguiente literal argumento: "porque es la enseña de Aragón". En fin, yo propugno, efectivamente, volver atrás, a la historia anterior, recuperarla como es debido y como dicen los documentos, y reivindicar la Corona de Aragón histórica, la verdadera, no la onírica, y que, bajo administración aragonesa y sede central en Zaragoza, incluiría los actuales territorios de Valencia, Baleares, Cataluña y Aragón. Ya nos las arreglaríamos para incorporar después el Bearn, la Borgoña, Sicilia, Nápoles, el Milanesado y Neopatria. No tenemos prisa: ¡qué son 500 años! Entre tanto, se aplicaría con la misma liberalidad el Fuero Aragonés, el mismo que permitió la supervivencia de los gremios artesanales y mercantiles de Cataluña; el mismo que respetó las asociaciones beligerantes y sostuvo la riqueza del Mayorazgo. ¿Qué os parece? ¿Quién se apunta a hacer el vídeo y a programar un indefinido ciclo de conferencias con este contenido reivindicativo? ¡Soy de Aragóóón, baby, soy de Aragóóón!
Acabo de ver un dragón sobrevolando el firmamento y echando fuego por la boca. Es cierto: Gervasio de Tylburi también lo vio, y William Mapes, que a punto estuvo de ser devorado por uno, como así lo atestigua él mismo sin ningún género de duda. ¿Que no me creéis?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

joder, joder, joder

Rafael Luna Gómez dijo...

Caguen en mi descendencía.
Me voy ha por el mazo de todas maneras tarde o temprano nos hemos de liar a palos con las tuberias.

Anónimo dijo...

realmente frivolizas los estudios de Bilbeny sin creo haberlos estudiado con ningún tipo de profundidad. Lamento tu entrada en este BLog porqué se parece a aquellos que se reían cuando alguien decía que la tierra no era plana. Bilbeny contiene errores en su postulación pero a groso modo tiene sufientes argumentos para ser considerada.