El programa continúa con la intervención de Joaquín Sánchez Vallés el día 1 de agosto y de Ana Muñoz el día 2 de agosto.
(Sánchez Vallés y Ana Muñoz fotografiados por César Sánchez y Martínez Forega, respectivamente).
"Si así lo quiero, reír es pensar". En esta frase de Georges Bataille se encuentra buena parte (la mejor) de lo que me gusta hacer. Me encojo de hombres. Licencia Copyleft Creative Commons
VIVIR ES VIVIR
Oigo voces de vez en cuando. Tratando unas de hacerse oír entre el griterío general y sin poder desprenderse del mimetismo que las hace análogas al ruido del tumulto; otras, parecen destacarse; incluso es posible distinguir alguna palabra nítida; una, dos a lo sumo, no más, y luego vuelven a su ser común. Otras voces, por fin, sobresalen potentes, silenciando alborotos y rumores, megafónicamente, distinguibles, ajenas ya del todo a la algarabía. Cuando Quevedo bajó a los infiernos en Los sueños vio a los poetas encerrados en jaulas: «hasta cien mil dellos», dice don Francisco que vio, chillando y reclamando su lugar en el Parnaso. Hoy no es muy distinta la cosa y, pese a que la poesía española ha salido del coma postbélico durante los últimos treinta y cinco años, sigue habiendo una multitud de sordos chillones y tumultuosos reclamando un sitio y se arrojan para ello a la fuerza de las corrientes dejándose llevar por la inercia de los torrentes modales. Una cosa he de añadir, y es que, si la poesía española se ha sobrepuesto a su agonía, la aragonesa, en este tiempo, ha nacido con vigor inusitado y con una vitalidad de la que sin duda dejará huella en el inmediato y en el medio futuro. Ricardo Díez Pellejero nació en Bilbao, pero es, por asiduidad vivencial y porque así se lo otorga el Fuero, ciudadano aragonés¸ más aún: su obra ha de contextualizarse en este territorio y, por consiguiente, tiene la adherencia de su pátina vital y ambiental. No quiero con ello endilgarle ningún rasgo característico, sino todo lo contrario, constatar su diferencia, su rechazo a la inercia, algo que no es consustancial ni mucho menos a los ―salvo pocas excepciones― epígonos andaluces, asturianos, valencianos o madrileños, casi todos maquillados en el tocador de los, a su vez, epígonos de los relicarios del cincuenta y aun de otros anteriores que no citan, queriéndonos colar de rondón la presunción de nuestra ignorancia.
El cielo del sol mecido dice mucho de esa distinción y de un claro cosmopolitismo referencial. Aunque, desde luego, hay más: hay recreación de los sentidos (sensualismo de extracción etimológica). Una proyección principal de la vista para ser acogida por un espíritu dispuesto a todo; a emocionarse, más que a nada (casi nada, tal y como hoy están las cosas respecto a quien escribe poesía emotiva). En ese tránsito que la imagen emprende para ser depositada en el corazón, va impregnándose de todos los demás sentidos; es una imagen que huele, que roza, que sabe, que escucha; que se hace vino, y sol, y cielo, y tierra, y río, y mar, y lluvia, y planta, y piel, y rumor, y voz... Es un tránsito en el que la emoción apenas vislumbraría su intimidad si no fuera porque se enuncia, claro, con palabras; palabras que van y vienen; que salen desde el interior al exterior y regresan o viceversa. Y todavía hay más: es la disposición del poeta; una disposición mercurial, terrena, contundentemente antropológica y vital. Nada de onirismo, ni idealismo, ni bucolismo, ni una gasa, ni velo, ni atmósfera reverberante que confunda o solape el perfil de lo objetual. Lucrecio y Virgilio no están por ninguna parte, pero, si observamos con detenimiento, acaso demos con los trasgos de Wordsworth, o de Whitman, o de W. C. Bryant. Su sitio es el sitio del hombre, el lugar de una realidad no trascendida (sintagma muleteril al que suele acudir la crítica), sino una realidad sentida, con todo lo que esto significa, y, por lo tanto, una realidad no descrita, no narrada desde la simple y llana observación anecdótica (como hacen tantos de los «cien mil» poetas actuales). Se trata de una realidad vivida de la que el poeta no quiere emanciparse; antes al contrario, quiere dejar constancia de su pertenencia a ella, con todas sus consecuencias, y una es, entre otras, su constatación lírica. A Ricardo Díez Pellejero le sobran recursos para hacerlo, y no es menudo el haberse apropiado de esas ponderadas dosis de memoria que ponen en evidencia la elipsis de la comparación y, sin embargo, comparan implícitamente; le conceden la suficiente perspectiva para ser él en su coetaneidad sin dejar de ser en su pasado. Ser él en su coetaneidad significa no ser ajeno a lo futuro, no ser ajeno a las heridas, no ser ajeno a las pérdidas. Una justísima dosis de optimismo concede a su libro el talante de tal enfrentamiento.
¿Vivir es para Ricardo Díez haber vivido? Sí; pero es más vivir. Para Ricardo Díez Pellejero, vivir es vivir, y hacerlo con la amante y la amada apenas sugeridas pero carnales; vivir con el tiempo que le ahonda y con el que lo saca a la superficie; vivir imbuyéndose del entorno, cediendo a lo natural el protagonismo que adquiriría lo artificial, pese a que la palabra en la que sustancia tal apreciación sea uno de sus mecanismos. Su singularidad estriba, naturalmente, en que este hecho nos pasa desapercibido porque es verdad. Lo es en su contexto vital; pero lo es en los poemas, manifiestamente en los poemas. ¿Seré osado al afirmar que El cielo del sol mecido es un libro para vivir?
Aunque hayan pasado más de tres años (07.04.2005) desde su publicación, el libelillo “Parlar espanyol és de pobres” sigue circulando por la red (tozudicos estos avuienses) con sus purulentas palabras y, pandémicamente, continúa inoculando sus virus. Es verdad que su autor tiene tan sólo (en el mejor de los casos) la intención de provocar, y en ese sentido épatant debemos preventivamente entenderlo. Lo que pasa es que, con estas cosas, ni siquiera esa finalidad es de recibo. Salvador Sostres cobra por hablar en español (lengua que no rechaza y que lo convierte de inmediato en otro hortera –por cierto, ‘hortera’ es españolismo que ha incorporado la lengua catalana-) en programas –horteras- de ámbito supraterritorial y es éste, al parecer, su único interés cuando habla de la maldad o bondad del uso de una lengua, porque en esa misma razón funda su peyorativo diseño del hispanoparlante: asociándolo a la renta per capita (¿será cierto, por fin, el axioma que define el orbe vital de los catalanes: “la pela és la pela”?) Que la renta per capita de los países donde se habla español es más baja que la de otros países con lenguas minoritarias -como la catalana- es argumento que lanza el tal Sostres como un globo pinchado que hace frrrrrrr… desde la primera letra de la proposición. Semejante comparación la hace con Noruega, Dinamarca e Islandia (¡no te jode!); pero, ¿por qué no la compara con la renta de otros países de lengua minoritaria: Albania, Bulgaria, Eslovenia, Bosnia, Eslovaquia, Letonia, Lituania, Estonia, Kazahstán, Uzbekistán, etc. etc., etc., etc., etc…) Claro que la lengua tiene que ver con la economía, naturalmente; y, por poner un solo ejemplo entre otros muchísimos, digamos de inmediato que un libro publicado en catalán, en danés, en noruego o en islandés venderá infinitamente menos ejemplares que publicado en la hortera lengua española (quizá este argumento le dé una patadica en los cojoncicos al Sostres). Por la misma razón los diarios catalanes, incluso los de distribución regional, como La Vanguardia (que no hace mucho tiempo se calificaba “Española”), se publican en español y no en catalán (“la pela és la pela, altra vegada). Pero si hablamos de renta per capita, la catalana (con no ser la más alta de los territorios españoles) se ha aupado a ese rango de 26.420 $ gracias, entre otras cosas, a las políticas de ministros catalanes adeptos al régimen españolista y fascista de Franco (porque aquellos polvos han traído estos lodos). El Sostres debe saber (porque no lo sabe e ignora tantísimo) las razones por las que se cerraron las fábricas textiles de Béjar y Zamora y no se hizo lo mismo con las catalanas, o por qué se abrió el corredor industrial farmacéutico de Sant Boi y no se hizo en el territorio al que estaba destinado, y por qué se instaló SEAT en Barcelona, y otro muchos beneficios concedidos graciosamente a Cataluña mientras se negaba el pan y la sal a otros territorios. Todas estas preguntas tienen respuesta objetiva, documental e histórica, y sus responsables tienen nombres y apellidos catalanes, circunstancias que el Sostres debería conocer antes de hablar de expolio fiscal y de robos. ¡Aquellos ministros catalanes sí que fueron ladrones! Y, además, fascistas. Se mete con la ‘espantosa’ jota gutural del español (no creo que sea la que baila mi perro, que levanta la garra y enseña los huevos), pero cuando uno oye pronunciar la cacofonía catalana “buchaca” tiene que apresurarse a correr para que no le caiga un diluvio de saliva encima, y, si es Sostres quien lo pronuncia, ¡dios nos coja confesaos! Otra: ¿Os imagináis estar en la cama con una muchacha catalana y, en el culmen culminis, oírle decir: ¡ay, que m’encorru!? ¡Pies, para qué os quiero!
Me parece a mí que no está nada mal que con la lengua catalana se adopten las mismas medidas que se instruyen para las especies en peligro de extinción, porque es una lengua que lo merece, que se hablaba hasta Almería en el siglo XI y que ha ido retrocediendo, conforme a la ley interna de su propio carácter regresivo, hasta sus fronteras actuales. Está bien que se defienda así, como un patrimonio incunable en el que escribieron Joanot Martorell, Auxias March y Ramón Llull (ninguno de ellos catalán, por cierto, sino todos, en puridad histórica, aragoneses) cuando la conciencia lingüística no sabía de agresiones ni andaba a la greña con nadie, sino que se expresaba dentro del orden natural de los hablantes; y que se defienda ese folclore (nada hortera, por supuesto) sustanciado en la sardana (que tampoco es de origen catalán, sino sardo) que bailan SÓLO los catalanoparlantes cada domingo frente a la catedral. Y que sigamos llamando a Cataluña la Marca Hispánica, como así quiso hacerlo Carlomagno, y nada de ese concepto imperialista de Països Catalans, al que tantos catalanes se oponen y lleno de hablantes espurios que han corrompido la lengua con sus aportaciones castellanas en Gandesa, Amposta, Jerta, Cervera, Alfarrás, Utiel, Játiva, Orihuela, Monóvar, Valldemosa, Santa Eulalia…; y nada, a tomar por culo esas raíces árabes incrustadas en el catalán de Lérida y de Tortosa, taifas moros que echaron a perder el pedegree filológico catalán. Y a más a más: ¿qué es eso de que el subdirector del Avui se apellide tan horteramente González? ¿Qué afrenta es ésa, Condenador Sostres?
La lengua española acuñó en el siglo XVII (siglo por el que el catalán y los catalanes pasaron absolutamente desapercibidos) una imagen que viene como dedillo al ano para representar la figura de Salvador Sostres: “Asno con cascabeles”. Éste es el Sostres.
1992. Año de olimpiadas y de otra EXPO acalorada. Ese verano viajé a Praga con Nati, Alfredo Saldaña y Berta (no nos enteramos de lo que pasó en las olimpiadas de Barcelona. Era agosto). Viajamos en coche: 4.600 kms. ida y vuelta y, entre mis cosas, llevaba unos poemas de Sergio Algora, a quien, meses atrás, visitaba de vez en cuando en una tienda de discos que atendía en el pasaje de la calle Bretón y cuya regencia compartía con un amigo. Algunos –o muchos- de aquellos discos eran raros, como los de King Tubby. Él era entonces un chico jovencísimo, un tanto retraído y muy “enterado”. Decía cosas que sorprendían por su extracción culta, y no parecían interesarle otras muchas que sucedían a su alrededor. Miguel Ángel Longás fue quien me había hablado de él, y lo hacía con entusiasmo. Nos vimos en otras ocasiones a lo largo del ese año, del anterior y del siguiente; a veces, con asiduidad. Aquellos poemas que me llevé a Praga incrementaron su número más tarde, y los leí una y otra vez. Por su rareza generacional, por su contra-realismo, por su simbolismo hiperbólico, por su poso amargo, por su indagación en lo más pesado del ser humano, en los lodos de las uñas, en las cuevas de la supresión de lo dictado y en la intransigencia de los leones que lo rodeaban, por su experiencia sumida en botellines, por sus hechiceros, abismos, verdugos, vírgenes, latidos, psicópatas, efigies, bestias y huidas, por su nuevo Zigurat, por el tratamiento distanciado -muy distanciado, con emboscada ironía- de los mitos, por la luminosidad verbal (cultismos esplendorosos y extrañamiento contextual) y cierto iluminismo anacrónico, pero, por ello mismo, extraordinariamente actual en sus cauces imaginativos, por la magia de la sintaxis (esa consciencia de la forma quebrada que Sergio supo transgredir inteligentemente, y no al desgaire de la ignorancia, como muchos hacen). Por todo eso y mucho más que el irracionalismo me impide enumerar aquí (esto es un post que sólo quiere dejar constancia de un dolor, y de un recuerdo de Sergio entre muchos), acogimos en la colección “Cancana” de Lola Editorial su Envolver en humo, su primer libro de poemas, su sesuda inauguración pública, prologada, claro, por Miguel Ángel Longás, y con un dibujo-alien del también jovencísimo Óscar Sanmartín que ilustraba la portada. Aparecía en 1994, el 30 de septiembre, y en el colofón podía leerse: “setenta aniversario de la muerte de Alejandro Sawa”. A esta inteligencia excelsa del modernismo podía muy bien asociarse la de Sergio.
Ese mismo año se formaba El Niño Gusano. Hoy, late el corazón más pausado; es cuestión de detenerse en todas las entradas de su diccionario. Y así lo haré, Sergio.
Manuel Vilas | ACTUR | viernes, 18 de julio |
Fernando Sarría | ACTUR-JUSLIBOL | sábado, 19 de julio |
Fernando Burbano | ALMOZARA | viernes, 20 de junio |
Carmen Serna | ARRABAL-LA JOTA | jueves, 03 de julio |
Ángel Gracia | ARRABAL-LA JOTA | miércoles, 02 de julio |
Carlos Grassa Toro | ARRABAL-LA JOTA | jueves, 03 de julio |
Gabriel Sopeña | CASABLANCA | miércoles, 13 de agosto |
Rolando Mix Toro | CASCO HISTÓRICO | domingo, 10 de agosto |
Alfredo Saldaña | CASCO HISTÓRICO | sábado, 09 de agosto |
Alonso Cordel | CASCO HISTÓRICO | sábado, 09 de agosto |
Cristina Járboles | CASCO HISTÓRICO | Domingo, 10 de agosto |
Julio Espinosa | CASETAS VILLARRAPA | Lunes, 4 de agosto |
Emilio Gastón | CENTRO | sábado, 5 de julio |
Jesús Jiménez | DELICIAS | jueves, 04 de septiembre |
Miguel Ángel Ordovás | DELICIAS | viernes, 05 de septiembre |
Miguel Ángel Ortiz Albero | DELICIAS | sábado, 06 de septiembre |
Antón Castro | GARRAPINILLOS-VENTA OLIVAR | sábado, 12 de julio |
Javier Barreiro | LA CARTUJA-TORRECILLA VALMADRID | lunes, 18 de agosto |
Nacho Escuin | LAS FUENTES | sábado, 23 de agosto |
Ángel Guinda | LAS FUENTES | viernes, 22 de agosto |
Pilar Peris | MIRALBUENO | domingo, 24 de agosto |
Rosendo Tello | MONTAÑANA-PEÑAFLOR | domingo, 06 de julio |
Mariano Castro | MONZALBARBA-ALFOCEA | miércoles, 03 de septiembre |
Ana Muñoz Gómez | OLIVER-VALDEFIERRO | sábado, 02 de agosto |
Joaquín Sánchez Vallés | OLIVER-VALDEFIERRO | viernes, 01 de agosto |
Emilio Pedro Gómez | SAN JOSÉ | domingo, 31 de agosto |
Diego Palmath | SAN JOSÉ | lunes, 01 de septiembre |
Miguel Carcasona Brau | SAN JUAN MOZARRIFAR-SAN GREGORIO | domingo, 17 de agosto |
David Mayor | SANTA ISABEL-MOVERA | domingo, 13 de julio |
Ricardo Díez Pellejero | TORRERO | lunes, 25 de agosto |
Carlos Bozalongo | TORRERO | martes, 26 de agosto |
José María Barceló | UNIVERSIDAD | jueves, 07 de agosto |
Octavio Gómez Milián | UNIVERSIDAD | viernes, 08 de agosto |
Eduardo Fariña | UNIVERSIDAD | viernes, 08 de agosto |
Fernando Sanmartín | UNIVERSIDAD | jueves, 07 de agosto |
| | |