
Cuando esto escribia, habían transcurrido cuarenta y cinco días desde que envié a Madrid tres libros y ninguno (NIN-GU-NO) había llegado a sus respectivos destinatarios (un cuarto libro llegó a duros penes, pasado un mes, a su destino).
Tengo a Larra (el célebre Fígaro) por un iluminado que captó muchísimos de los "males del siglo" que le tocó vivir y con prontitud y clarividencia denunció la podredumbre cultural e intelectual de la España de aquel tiempo. Buena parte de aquellos males persisten hoy endémicamente, pero no recuerdo a Mariano José quejándose -y se quejo no poco- del servicio de correos del siglo XIX, seguramente porque entonces il fonctionait, como lo atestigua un viajero francés (De Bussy) que, por esos días, tildaba de "mejor del mundo" el servicio de correos español. Pero, en efecto, era raro que en este país no nos empeñáramos, hasta conseguirlo, en imperfeccionar lo perfecto, maléfico objetivo, querámosolo o no, muy de nuestro gusto.
El buen Conde de Villamediana, mejor poeta pregongorino y Correo Mayor del Rey, corrido quedaría si tuviese conocimiento de cómo hoy la poesía, por culpa de Correos, no es recibida por sus mejores lectores. Y es que se dice -me imagino que por mor de la tamaña malinformación de nuestros corridos funcionarios postales- que todo lo que huele a "cultura" -léase libros, envíos con tarifa reducida, etc.- se almacena en las oficinas para alimento de los ratones o como material de reciclado para esos otros buzones medioambientales (¡que ya vale, hombre, de derrochar papel!). Semejante irresponsabilidad (en quien recaiga, que no hago yo aquí un malus tuti) es de juzgado de guardia, si no es producto de un renovado espíritu inquisitorial que anima los principios del Index en nuestros funcionarios carteristas, rasgos, en último término, muy propios de los ignorantes y de nuestra inercial, inveterada y pésima educación.
Y vaya ustad a reclamar; volverá corrido cuando los irresponsables (porque no se responsabilizan de nada) del servicio le respondan con las mismas palabras que Larra instituyó como magnífica, insuperada y proverbial síntesis de la apología del desorden y de la desidia de nuestros servicios públicos: Vuelva usted mañana.
Tengo a Larra (el célebre Fígaro) por un iluminado que captó muchísimos de los "males del siglo" que le tocó vivir y con prontitud y clarividencia denunció la podredumbre cultural e intelectual de la España de aquel tiempo. Buena parte de aquellos males persisten hoy endémicamente, pero no recuerdo a Mariano José quejándose -y se quejo no poco- del servicio de correos del siglo XIX, seguramente porque entonces il fonctionait, como lo atestigua un viajero francés (De Bussy) que, por esos días, tildaba de "mejor del mundo" el servicio de correos español. Pero, en efecto, era raro que en este país no nos empeñáramos, hasta conseguirlo, en imperfeccionar lo perfecto, maléfico objetivo, querámosolo o no, muy de nuestro gusto.
El buen Conde de Villamediana, mejor poeta pregongorino y Correo Mayor del Rey, corrido quedaría si tuviese conocimiento de cómo hoy la poesía, por culpa de Correos, no es recibida por sus mejores lectores. Y es que se dice -me imagino que por mor de la tamaña malinformación de nuestros corridos funcionarios postales- que todo lo que huele a "cultura" -léase libros, envíos con tarifa reducida, etc.- se almacena en las oficinas para alimento de los ratones o como material de reciclado para esos otros buzones medioambientales (¡que ya vale, hombre, de derrochar papel!). Semejante irresponsabilidad (en quien recaiga, que no hago yo aquí un malus tuti) es de juzgado de guardia, si no es producto de un renovado espíritu inquisitorial que anima los principios del Index en nuestros funcionarios carteristas, rasgos, en último término, muy propios de los ignorantes y de nuestra inercial, inveterada y pésima educación.
Y vaya ustad a reclamar; volverá corrido cuando los irresponsables (porque no se responsabilizan de nada) del servicio le respondan con las mismas palabras que Larra instituyó como magnífica, insuperada y proverbial síntesis de la apología del desorden y de la desidia de nuestros servicios públicos: Vuelva usted mañana.
2 comentarios:
El caso y la tardanza parecen, realmente, una inocentada. Es como para encorrer a correazos a los poco corredores señores y, haciendo corro, acorralarles propiamente hasta que corrijan tamaño error y corran prestos a entregar sin demora los foreguianos libros...(Todo ello con la debida corrección)
Así se habla y así se dice,, Miguel Ángel.
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