31.3.08

El sueño del misántropo

M. Martínez Forega

Destruido este muro, el Postmodernismo, a voz en cuello, proclamó el “fin de la historia”. Sandez semejante sólo se le pudo ocurrir al Postmodernismo. Naturalmente, ni predijo la emersión de Chiapas, ni de Chávez, ni de Morales, ni de Correa, ni el pucherazo mejicano. Y el Postmodernismo sigue chupando de la teta de la vaca, amorrado como un bebé. Pero ha descuidado sus defensas. Día vendrá –y no muy lejano- en que los que no se chupan el dedo den finalmente con el estigma del derecho natural, y éste no es otro que poner a cada uno en su sitio. De momento, diviértanse con las comparsas de los pseudojuglares jaleando a la socialdemocracia con gestos que ni en los años sesenta resultarían tan horteras, y sigan, sigan dibujando ese circunflejo que cierra las vocales hasta que llegue el tónico y agudice, en un abrir y cerrar de ojos, el frenesí (del hambre). Dirán entonces que quieren volver al ergástulo. Ignorar la historia es propio de una intelectualidad mansa y diletante; yo digo que basta con no olvidarla.

25.3.08

Juegos reunidos. Algunos textos que he ido rescatando desde 1975 a 1985

M. Martínez Forega

I

Mientras el bardo al arpa sugería notas elegíacas en memoria de Toscar; mientras Fingal al romano derrotaba en las lindes de Morven, mientras, quizá, era yo engendrado en galera transportadora de esclavitud.
Mi doncella madre, apresada a orillas del Rhin, hubo de parir el ser mudo de mi origen. El ser que, huyendo a nado de Sicilia, arribó al Levante virgen y aprendió a hablar. Articuló la palabra precisa y preso fue a la roca advenediza. Desde entonces poseo la certidumbre de la palabra.
Como barreno al rojo ha de desgastar a la vida la palabra: palabra gris, palabra ardiente, soez palabra, palabra triste, palabra húmeda, pala que abra nuestra tumba, pala que habla, palabra que abra la pala que habla de pal en pal el cóncavo paladar. Pero dar la pala a quien supone que los sonidos palatales con tales palas se palhablan, supone que pone su lengua al servicio del vicio de ser sacerdote (no olvidemos aquellas hostias para tales paladares palatales).
Bien sabemos que el socerdote no sabe palhablar, y, aunque besa la tumba que guarda el beso y el sobe de la muerta, bien besa(mos) y sabe(mos) que soba(mos) sin saber lo que besa(mos), pues me acuerdo —sin precisar de la meada del cura su cordura— del beso en la mano del sacerdiota.

Erdap ortseun euq sàtse ne sol soleic, odacifitnas aes ut erbmon, agnev a sortoson ut onier, esagàh ut datnulov ìsa ne al arreit omoc el oleic.
Le nap ortseun ed adac aìd elsonàd yoh, sonanòdrep sartseun sadued ìsa omoc sortoson somanodrep a sortseun serodued, y on son sejed reac ne al nòicatnet sam sonarbìl ed lam, nèma.

II

Querida muerte, antes de empezar a comer la gominola de fresa y encender la vela de cereza indispensables para hablar de la ignorancia, debo comunicarte mi gran satisfacción al verte encendida en el cosmos, sin nada que obstaculice el deseo suicida de abrigar entre mis hombros la noche quevedesca que te guarda. Hablemos de la ignorancia ahora:
1) Los ventanales iluminados, entrada a los habitáculos de luces temblorosas, son ojos fantasmagóricos que alumbran lo ignoto.
2) Apenas sin espacio, la melancolía ocupa siempre el último rincón de un lecho, y entre sábanas y sombras palpa lo que tan sólo pudo ser.
3) Si fuera Deucalión, solo, único en la inmensa Tierra yerta, Pirra me ignoraría como sujeto de su esperanza.
4) Y es que la ignorancia es fruto del amor, y abandonado éste, liberado el ser de la pasión lacerante, abierto al conocimiento, el ser muere, y, con él, el viento que lo condujo.
5) Pero la muerte es como una imagen en el agua, siempre es la misma aunque el agua fluya constantemente. La Muerte blanca y fulgurante, nunca remisa, jamás pensada. Elijámosla ahora con detalle.
6) Acércate, oh Muerte fúlgida, ventanal de noche, dorada sepultura. Acércate y contempla los ojos que admiraron tus labios de caramelo.
7) La lágrima de cristal ceniza torna y el fuego invade a la Tierra revivida en la carne sepultada.
8) Un beso de flan tardío que ofrecí como presente al mundo ignora y olvida la afrenta que sufrió siendo preso.
9) Y las entrañas, ya frías por el duro hueso, evádense de su misterio en etérea luz de noche télmica.
10) Acércate, oh Muerte fulgurante, fragor de terciopelo, tumulto de eróticas invasiones, insistente voz de derrochada agua como las gotas que un grifo deja escapar en la noche.
11) Si supieras, oh Muerte iluminada, ay campana libre, el dolor que en mi cabeza anida impetuoso, ¿ofreceríasme la aspirina de tus ojos envuelta en el abanico tenue de las pestañas sedantes de tus párpados?
12) Ay deseo extraviado que quiso para sí el dulce cenotafio de una macedonia de frutas, justa mezcla de cerezas, fresa invernal, naranjas boreales, las granadas de sus pechos... y no el frío alabastro de la efigie que me envuelve, sin abrigo y sin ser donde aposentar mis manos.

III

El cuello como una cárcava sedienta, naciendo en áureas espumas, desemboca en estuario hasta los nacarinos muslos que Federico instituyera. Las orejas como bulimas abiertas, y la flor hambrienta que en tu pecho anida, el lento participar en los oscuros pasos de la noche estática. Fueran mil sonrisas de lúpulo efervescente quienes abrieran el surco universal, dúctil asombro que palpitando muestra el despertar del tiempo en los templos escondido. De barro virgen modelado el vientre, como otero bajo sedientas nubes resbalando en el espacio inimaginable. Sean nuestras incógnitas noches el inmortal epinicio que ahogue el fruto de la sabiduría.
¡¡Más champán y prostíbulas copas!! Las caricias necesarias que nuestros labios albergan, la comunión sangrienta, la copa rajada y sangrienta, la desierta noche sin esclavos, venga la Muerte y venza a la creación innecesaria.

IV

Calla, el páramo surge, calla tras la piedra: Keats reposa en Roma bajo un escaño de granito traído de Inistore. Beethoven, convocado por el agua de Luzerna, tras de ella atravesó Freiburg inmerso en lámparas pétreas.
Para cantar al atravesado pecho del sajón esclavo es preciso tomar la lira, macerada sobre piedra su madera, montar caballo ruano sobre Carrictura y correr, correr en él hasta el bardo venerado.
La piedra, lápida de luces y epitafios, guarda el celo del amor perdido en la niebla del ausente, acaso más ausente sin ella. Piedra de mis pies pétreos a fuerza de vencerla. Piedra de sombra, roca de bruma si atraviesa el silencio reposado junto a la noche infinita.

V

Suene el juego sobre el paño verde. Suene la robada calderilla. Rompa la mano magullada la desgajada voz de licor, ensangrentado el labio por el vidrio. Brille limpia la navaja, pura en el corazón que la empuña; morir quiero por ella, por ella en fragor de besos húmedos de sangre y de monedas.

VI

La mano se extiende como un fantasma nebuloso y el velo otoñal descubre un beso arcaico como la primera nieve.
Amo ahora lo inanimado de los cuerpos extendidos al sueño fatigoso. Después de prolongados miedos junto al árbol tierno de aromas incipientes, admiro el luto de las sábanas; luto agrio, luto de sangre y macedonia como un estertor en el páramo, como el pinchazo del rastrojo en el rostro desnudo. Y veo en la segada noche la espera del crimen, cruento fin deseado siempre, rojo tinte en hielo oculto.
Clamorosa como el sauce en su llanto dormido, la haré regresar embriagada de honda sepultura, con el ánima en dos partida, el trémolo del ciprés de muertos enlutado, y la mirada de fresas fría, y la angustia de la tierra desbordada.
Es esta la luz que necesito: luz abisal que a los muertos en la noche abruma desconsolados por tanta espera e infortunio. La muerte de los difuntos sea servida siempre y la tierra su vestido de fiesta ornado de hoces y mortajas: la mujer fulgurante hendiendo el pecho en recogido beso de fuego y de tinieblas. Rostro de plata que en la lengua puso el dulzor de la Muerte y el terciopelo, abrigo del ataúd que abierto espera...

Epitafio

Ay el nenúfar flotante cuánto quisiera tus pies de perlas dormidas. Y los elfos al amanecer cuánto verte bostezar quisieran, con una copa en la mano y una fruto en la mejilla, luego de una juerga plena de carajillos, desprovista de vidrios y compresas.
Loca, ay loca de alcoholes, qué frescos tus pies en el asfalto, qué azul tu silueta breve de trenzas primaverales. Tus niñas de carbón, junto a un bostezo de aire frío, llenáronse de agua, y fue tal el cauce desbordado que entristeció el rocío como un niño enfermo.
Une chanson pour la nuit qui dort toute seule dans ma maison où tout s’enfouit tombe lourde, et tombent lourdes les heures qui reviennent en tourbillon d’escargots me mordre le nez égyptienne.

23.3.08

La pasión

M. Martínez Forega
Me he quedado aquí, soportando la ventolera de esta Zaragoza y ese frío que lleva atado a los bucles invisibles de sus roladuras; cayendo sobre mis pabellones, golpeando el yunque y el martillo como en un zenzile a ritmo de abordaje, amplificando en el tímpano los sonidos de las espuelas municipales en los estribos de los caballos que preceden a los tambores terroríficos anunciando la muerte del Cristo sin que se aplique en ningún caso y a ninguna hora la ley de contaminación acústica y además se cierren las calles y se organicen caos irracionales y se vulneren durante una semana entera los derechos civiles. Estalla mi oído incluso en casa y mis caballos se encabritan los bayos los alazanes y roanos los cimarrones pintos y este percherón que deambula por la casa sin saber dónde meterse y mis establos caotizados por tanto ruido por tanto azote no siendo yo Nietzsche ni Venecia esta ciudad que quiero tanto. No me hace llorar el caballo martirizado por la fusta, pero sí me vuelve loco su ojo horrorizado por el castigo y su belfo desbocado, y su dentadura de cómic mordiendo el aire como si fuera su enemigo. El aire, no el viento; a mí me muerde el viento y, encima, debo sujetar a mis caballos.

Ha entrado el Cristo solar en mi casa y ha iluminado las plantas de mi rincón selvático; ese Cristo aureolado que neutralmente detesto, chivo mesopotámico que, por expiar un día, desde ese día nos espía. El Cristo de Espronceda finalmente detenido en su cíclica carrera. Cordero cuya lana escondía al lobo de la iglesia.
Por fin mi percherón se ha calmado, pero ha puesto patas arriba la cuadra y la fragua y ha desritmado los pasos penitentes del terror. Por fin, sacrificado todo a la indiferencia del ruido mientras la sangre del cuerpo se escanciaba en los vasos de Dionisos y el pan, el verdadero Pan, arrojaba a Filomela a su destino alado y canoro.
Entre esas calmas he podido oír la voz de Rosendo Tello en un estupendo CD con sus sabias destilaciones estéticas, y he podido escuchar ahí la guitarra de Arelys Espinosa y el piano de Miguel Ángel Remiro, y los poemas de Rosendo vaciando el pecho del rapsoda Luis Felipe. Ésta es otra pasión que facilita el silencio, el silencio final sin su cofradía acostado extenso y liviano en mi pabellón distinto, donde acuden los trotes lejanos de los caballos del guerrero tellano montado por el juglar, y un ruido de armas cuya digna causa atiende desmitificándolo todo y dejando en el personae cualquier gesto amargo, toda emoción periódica a la luz de un plenilunio que ilumina el bosque de mi casa desmintiendo el planto, y deja por fin las estancias sumidas en un baño de reconciliación con la palabra íntima ajena a las siete que pronuncia el Cristo arrepintiéndose de ser el hijo. Cuánto dolor ajeno esconde esta pasión y cuánta alegría desbordada la que revela el silbo del sapo, el sueño de los manzanos.
Dignitatis memores ad optima intenti.

17.3.08

Laurent Tailhade. Primer poeta simbolista.

M. Martínez Forega

Laurent Tailhade nace en Tarbes (sur de Francia) en 1854. Poeta, periodista y polemista libertario. Confeso anticlerical, pronto se adhirió a los postulados anarquistas. Su justificación estética y provocadora del atentado de Vaillant en 1893 (Qu'importe les victimes si le geste est beau) desató contra él todo el odio de la prensa burguesa parisina. Un año después, él mismo perdería un ojo en el atentado anarquista con bomba del restaurate Foyot (4 de abril de 1894), donde Tailhade se encontraba azarosamente. Opiómano, murió el 2 de noviembre de 1919.
Sirva este brevísimo perfil para adelantaros que estoy a punto de concluir mi traducción de sus Vitraux y de Le jardin des rêves. La obra poética de Laurent Tailhade es inédita en España, así que os propongo un acercamiento previo a través de estos dos poemas.



Hortus conclusus

Quin obsequentes offerunt
Ligustra et alba lilia.
Candor sed horum vincitur
Candori casti pectoris
Hymnus in fes. Paritatis


Virgen, brilláis como un alba rociada
Bajo la esponjosa claridad de los rojos candiles;
Envolviéndoos con sus doradas olas,
Vuestros largos cabellos un manto solar semejan.

Igual que un perfume de mirra en torno al santuario,
De vuestras blancas bellezas brota un hechizo amargo
Y en los corazones afligidos, como un electuario,
Posáis la dulzura de vuestros transmarinos ojos.

Del olíbano guardado para las Bodas místicas,
Del cinamomo esparcido sobre inefables lechos,
Del nardo con que se embriagaba la Esposa de los Cánticos,
Flotan en vuestra frente desvanecidos los bálsamos.

En los divinos amores vuestra alma tímida
De los terrenales besos el dulzor ignora.
En las fuentes del Cielo se lava vuestra carne
Y las brillantes azucenas su hermana os proclaman.

Lejos de los falaces embaimientos cuya ebriedad nos engaña,
Surgís vos desde el fondo de los resplandecientes cielos,
Entre las custodias engarzadas de esmeraldas
Y los lirios de pascua granados de incienso.

Bajo el brocado rígido y pesado de pedrería,
Vuestros brazos por la oración entreabiertos lentamente,
En el ligero marco de las ojivas floridas,
Se tienden con un gesto indeciso y seductor.

Y, encalmada, esperando al dios prometido, sin descanso,
Muerta por el deseo antes de haber amado,
En las vidrieras doradas leéis vuestro sueño,
Y vuestro corazón se adormece como un jardín cerrado.
(De Vidrieras)

Soneto

Aunque esté roto como las fragatas
Que el Océano deja en los bravos arrecifes,
He guardado el tesoro de mis bellos sueños azules
Y cofres adornados de ágatas y perlas.

Remonto a veces el río nebuloso
De la infancia, bordeado de flores delicadas
Y veo pasar las prendas escarlatas
De los ángeles huidos en los fabulosos cielos.

Los jardines rebosan de danzantes desmayados,
Las rosas mueren, perfumadas, en el vino,
Los besos tienen alas y riendo pasan:

Por los setos suben sonidos de lira,
Sobre la fiesta presa de delirio
La estrella Poesía renace en el Oriente.


(De El jardín de los sueños)

Versiones de Manuel Martínez Forega

Monumento a Gustavo Adolfo Bécquer en Trasmoz

M. Martínez Forega
Hago desde aquí un llamamiento urgente a los visitantes, amigos y personas sensibilizadas con la poesía para que contribuyan con una cantidad, por pequeña que sea, a honrar la memoria de Gustavo Adolfo Bécquer en Trasmoz.
Pinchad el título de esta entrada para enlazar con la página donde se detalla en qué consiste el homenaje y la forma de contribuir a él.
Béquer, Trasmoz y el Moncayo son una muy digna causa y pretexto mínimo para dar muestras de nuestra generosidad.
Gracias por la atención que sin duda prestaréis a este perentorio mensaje.

15.3.08

Emoción

M. Martínez Forega
¿Todavía la emoción poética se encuentra encerrada en el prejuicioso globo rosa de la cursilería? ¿Hemos tomado tanta distancia que la palabra poética no representa ya nada afecto a la gran metáfora que guarda el corazón?
Acabo de ver llorar a un poeta; lo he visto, repito, y lo he escuchado entrecortarse cuando trataba de definir lo que para él representaba la poesía. No pudo definirlo, pero bastó para todos la prueba manifiesta de su emoción que yo aplaudo entusiásticamente.
La modestia en su grado de infinitud adquiere a veces esa forma comunicativa en que la glotis se cierra inexorablemente a la expresión y dejan de ser necesarias las imágenes verbales, las figuras representativas, los modelos de la retórica, el paradigma preceptivo. Así es: aquella modestia, aquella que parece haber desaparecido de la carrera por la megalomanía y la autocomplacencia virtuosa en el manejo de un lenguaje complejo que dista mucho hoy de ser eso precisamente, virtuoso. En el maremágnum de las formas se nos olvida que el narcisismo no ha perdido un ápice de su adolescencia incluso en la poesía más madura, más madura en edad, quiero decir. El árbol gigantesco de la arrogancia nos impide ver con claridad el prado de la emoción, el arroyo del ánimo aterido, el manantial de la herida consustancial a la poesía, y sólo al azar —bienvenido azar— la vida ofrece los escasísimos frutos de un poeta henchido de lágrimas y halando empujado por los vientos de la incredulidad y la estupefacción de sus oyentes.
Rafael Luna —el poeta— tiene mucho que aprender aún, lo sabe; mucho que dilucidar en su lenguaje; también lo sabe; mucho que corregir; y también lo sabe. Pero tal vez no sepa que tiene mucho que enseñarnos todavía. En su caverna púrpura (llamaba El Hafiz al corazón) arden inagotables los leños de la raíz humana distintiva, descansa en él la carimba con la que estigmatizar la verdad más honda, capaz de contrastar nuestra incredulidad de poetas "aparte". Rafael Luna no habla del árbol, del gato, del agua, del tejado, del culo, del monte.... Es él el árbol, el gato, el tejado, el culo, el monte...; posee, por fin, el don que sólo los dioses concedieron a Proteo y un día, seguro estoy, nos lo dirá con la palabra precisa, la más precisa, porque escribirá con la gramática del corazón, cuyas reglas vamos olvidando poco a poco. Espero que entonces todavía derrame algunas lágrimas tan subversivas como las de hoy, 15 de marzo de 2008.

14.3.08

Sobre el amor y la melancolía. Textos alemanes (Selección y traducción de Berna Martínez-Forega)



1. Der Reichtum einer Liebe zeigt sichauch im Einfühlungsvermögen.

La riqueza del amor se muestra también en la sensibilidad.

Ernst Ferstl

2. Man kann nicht jemanden nicht mehr lieben. Liebe kennt weder Anfang noch Ende

No se puede dejar de amar a alguien. El amor no conoce ni principio ni final.

Andreas Tenzer

3. Wenn die Liebe stehenbleibt
verlierst du sie aus den Augen

Cuando el amor permanece, lo pierdes a través de los ojos

Anke Maggauer-Kirsche

4. Liebe ist ein hübsches Nachtschattengewächs und eine für Träumer wie geschaffene Droge aus dem Schoße der Natur

Amor es una bonita solanácea y, para las sueños, como una droga extraída de la secreta naturaleza.

Peter Rudl

5. Die Liebe lebt, wer's Leben liebt

Vive el amor quien ama la vida.

Michael Marie Jung

6. Die Liebe ist so lange lebendig, als ein Rest unerfüllter Sehnsucht bleibt.

El amor es tan duradero como un resto de insensible nostalgia que permanece.

Ernst Reinhardt

7. Liebe ist Schwerelosigkeit.

Amor es ingravidez.

Peter Barthel

8. Lieben macht verletzlich.

Amar nos hace vulnerables.

Martin Knech.

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1. Melancholie ist ein Tropfen Wermut aus dem Krug der Depression“.

Melancolía es una gota de amargura en el vaso de la depresión.

Klaus Ender

2. Melancholie: das Parfum des Schicksals, der Nebel der Trauer, die Erotik der Depression“.

Melancolía: el perfume del destino, la niebla de la tristeza, el erotismo de la depresión.

Markus Weidmann

3. Melancholie: Tränen einer suchenden Seele“.

Melancolía: lágrimas de un alma encontrada.

Nadine Prota

4. Manche Melancholiker sind Menschen, die nur noch als Clown in dieser Welt eine Überlebenschance haben.

Algunos melancólicos son personas que sólo como payasos tienen una posibilidad de supervivencia en el mundo.

Christa Schyboll

5. Wenn es keine Melancholie gäbe, wüßten wir dann den Zustand den Glückes zu schätzen?

¿Si no existiera melancolía, sabríamos entonces valorar la felicidad?

Anónimo

6. Es ist schon eine seltsame Melancholie die das Leben legitimiert!

¡Ya hay una extraña melancolía que legitima la vida!

Christopher Tafeit

9.3.08

Poesis vivax!

M.M. Forega
Estuve anoche en La Campana zaragozana de los Perdidos, y estuve con Octavio Gómez Milián y sus amigos, y con los poemas de sus amigos, y con los poemas de sus amigas, y con sus amigas. Hay mucho guapo en Zaragoza, y mucha guapa, y -por fin- Natividad me acompañó a una de estas fiestas noctámbulas y nictálopes, muy nictálopes, porque en este tipo de fiestecicas hay que ver con el oído. Y no había oído yo a esos fragmentados Experimentos in da Notte a los que espero ver enteros y tan verdaderos. Zaragoza no es Zürich, pero había algo de vanguardia esa noche en "La Campana", cuando menos algo de la vanguardia literaria zaragozana, que ya tiene algo que decir en esto de escribir poemas y, sobre todo, exponerlos al oído de todos.
Me sorprendió la calma y la austeridad de Octavio sin que le faltara ese puntico épatant ni obviara unas goticas de ironía resbalando por las comisuras de sus labios y por los vidrios de nuestras cráteras abarratodas de ansiedad. Abarrotada estaba "La Campana", llena de amigos y coincidentes, y conocidos, lo que es síntoma excelente de que la poesía zaragozana ya no es anónima y que en la amistad se funda su mejor valor, donde siempre se ha fundado la poesía cuando ha querido ser enfáticamente influyente e incluyente. Me divertí de lo lindo, y de lo guapo, y de lo hermoso, de lo Sublime y de lo Absoluto, de lo Puro y de lo Nuevo. Y, como una lluvia munífica, cayó sobre nuestras cabezas y en nuestros pabellones el poema de un "invitado" (Miguel Ángel Ortiz Albero) que decía, precisamente, de la amistad de los poetas encontrados en "La Campana de los Perdidos", y dijo haberlo escrito en una tarde, a la manera lopedeveguiana, con dos cc., pero con una más que gratificante sabiduría en medio de tanta idiotez (idiotis = débil de mente) como nos rodea comúnmente. Y se deshizo en drama reflexivo el apropiado Carpe noctem de Ana Muñoz (cada vez que lo leo o lo escucho me gusta más y más), otra guapa Absoluta, "invitada" también a la escalerilla del levítico andamio que ocupaban Octavio y Malatesta. A él se subió, haciendo y bebiendo una palomita, el arquero Tajahuerce para describirnos la soledad del Can Cerbero en medio del prado futbolero, y algo de bolero chulesco tenía y tiene aquel poema de Octavio que desnuda a Jane Birkin en su tálamo alquilado a Horacio, así de docto y deleitoso es ese poema irremediablemente obsceno cuya ironía codal lo señala como un poema cimero.
Y en corricos nos vimos todos, iluminados por la lámpara amarilla de Ingrid y la melosa mirada de Natividad, mientras en los descansillos se escuchaba la voz fuerte de Fernando Sarría, la pertinaz palinodia de Manolo Vilas, la fuga lúdica de Carmen Ruiz Fleta, los flashes de Javier Torres y Ana Muñoz.
En carne izada ya la noche y embutida en su sudario, casi llegó a la última palabra Luis Felipe Alegre, a tiempo todavía de que no pasara el tiempo, sino nosotros por él, por el tiempo, como decía Octavio Paz, y Luis Felipe abrió el tarro de las contingencias de la noche para tocar la guitarra de Arelís y perfilarnos a Marcos José, revolucionario por muchas razones y signado con los estigmas proféticos de los héroes.
Poesís vivax!

Bombas Fúnebres

Montaje: Leónidas Martín Saura

Bombas Fúnebres
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