28.2.10

Poesía para Perdidos. 27 de febrero 2010: Xulio L. Valcárcel

Xulio L. Valcárcel

Xulio L. Valcárcel

Llegó Xulio; llegó Xulio L. Valcárcel; llegó el poeta, que es como decir que llegó el hombre. No existe distancia entre ambos: los dos son uno, es como son, con su memoria, con su honda percepción de una realidad pasada que es traída al presente para ser vivida con la misma intensidad que entonces. Xulio Valcárcel ve porque sabe mirar; ve lo que acontece y lo que le acontece y, en esos instantes breves en que los demás hacemos del tiempo un tránsito indiferente por las cosas, por los seres, él impregna su retina de imágenes y de personas y vuelca sobre ellas no sólo una empatía desaparecida del sentir general de una sociedad desapercibida, sino que la tamiza con la criba de su lirismo excelso, de su entraña tensa y dispuesta, en guardia siempre para acoger aquello que se desliza por los límites de la luz. En esa frontera difusa, Xulio es más poeta porque es más hombre, como ha sido más niño y como ha sido más hijo y es más amador. Si dice del amor, lo dicta en carne y hueso, y lo escribe con la pausa que el amor necesita cuando irradia en toda su intensidad. Xulio Valcárcel ilumina tantas cosas... En ese poema magnífico de la fuga final hacia la muerte levantó Xulio anoche un catafalco en medio del mar, sobre el horizonte, como testimonio de su hondura. Yace en él, en lo más hondo, una poesía singular, diferente, rica, que no renuncia jamás a redactar con la sintaxis de los sentidos, con la gramática del corazón.

Diana Varela


Diana Varela

Diana Varela

Diana Varela acompañó a Xulio Valcárcel en la traducción con esa dicción justa y armónica que los pabellones saben siempre gratificar; pero nos guardaba la sorpresa de sus versos. "O coi", poema de su libro Fíos, llegó del mar, de la orilla del mar, de las faenas de la orilla del mar. Un poema costumbrista con sabor a sal fina, yodada, empujado por una brisa atlántica que nos golpeó en pleno rostro para mejor respirar y observar a los belinques escapando bajo el vuelo de las gaviotas mientras escuchábamos el canto de las sirenas terrestres.
Y aún hubo más: la guitarra limpia de Jorge Berges secundado por José Manuel Garrido al "Cuatro venezolano" fusionando flamenco y acordes joropos, bolerillos y otras melodías clásicas que, en cierto modo, pusieron en solfa las gargantas pancheras de los oyentes.
Jorge Berges

José Manuel Garrido

3 comentarios:

Ángel Sobreviela dijo...

Un gran tipo y delicado poeta, don Xulio, a quien pude conocer en persona gracias a La Campana de los Perdidos.
Y hermosa excursión la que hicimos con él varias personas a la mañana siguiente por la ribera del Ebro. El bosque enmarañado de la mente, el paisaje ocre y las mil jaulas de ramas...
Y un exótico hallazgo el de Diana Varela. Aún más delicado y tenue ejemplar de hija de la niebla, inencontrable en Caesaraugusta... (Angel in Love)...

Manuel Martínez Forega dijo...

Apreciaciones estupendas, Ángel.

Anónimo dijo...

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- Norman